Jonathan Castro

En medio de un clima de polarización, Fernando Tuesta, politólogo PUCP y expresidente de la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política, analiza las consecuencias del en el que se denuncia fraude y se han deslizado intenciones de una vacancia presidencial.

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— ¿Las idas y vueltas del pleno del JNE de ayer dañan la confianza que necesita para culminar los pendientes del proceso?

No ha sido el mejor escenario, pero la decisión final ha sido la correcta.

— Los partidarios de Perú Libre podrían haber dicho que el JNE le estaba dando una oportunidad extra a FP, y ahora los de FP podrían decir que han cedido ante la presión mediática.

Puede ser leído así, pero la decisión final se ajusta a la ley. Los plazos en un proceso son inamovibles, preclusivos y definitivos. La mejor decisión es respetar las normas y los tiempos claves. Esto, como ha sido de conocimiento público confunde y no ha sido lo mejor, pero al final del día es que la decisión se ajusta a ley.

— ¿La llamada del presidente Francisco Sagasti a Mario Vargas Llosa califica como vulneración a la neutralidad electoral?

No, en primer lugar porque el proceso electoral ya terminó. En segundo lugar, el presidente no ha llamado al presidente del JNE, al jefe de la ONPE para que direccionen sus decisiones en un sentido. Ha llamado a una persona como [Mario] Vargas Llosa, quien parece que tiene ascendencia en la candidata de Fuerza Popular, y dice que ha hecho lo propio para el otro candidato. Creo que bajo ningún punto de vista configura la violación de la neutralidad. El presidente puede hacer una invocación como lo hacen en cualquier parte del mundo. Sí creo que fue un acto de ingenuidad, pero de ahí a lo que hemos estado escuchando en el Congreso hay un abismo enorme.

— Algunos señalan que el proceso termina con la proclamación de los resultados, y que el presidente debería mantenerse al margen hasta ese momento.

Para empezar esta era una comunicación privada. Él ha invocado que se respeten los resultados, pero es algo que estamos invocando muchas personas e instituciones. Lo que pasa es que no deja de ser preocupante lo que ocurre en el país. En décadas observando elecciones, nunca he visto nada igual, salvo las elecciones fraudulentas del año 2000. Esto no solo por el grado de polarización que se ve en la campaña, sino que bajo el supuesto manto de fraude se incentiva a la gente a movilizarse, y de ahí a la violencia hay un paso. La preocupación del presidente puede ser en ese sentido. Creo que no fue oportuno, y que hay un grado de ingenuidad que muchas veces en política tiene consecuencias como las que estamos viendo.

— ¿Debe asumir alguna responsabilidad política por esto? En el Congreso, algunas bancadas ya evalúan presentar una moción de vacancia.

Él puede decir que se equivocó. Pero hay un aspecto que es claro: hay congresistas que por lo que han destacado es por ser vociferantes, malcriados y hasta difamadores. Plantear acciones que son desproporcionadas a la acción de un presidente no solo debe ser rechazado dentro del Congreso, sino por la opinión pública.

— Estamos en una situación sin precedentes por la presentación de abundantes solicitudes de nulidad por parte de Fuerza Popular. ¿Esto representa, como han afirmado algunos, el derecho a la defensa ante presuntas irregularidades?

Es una estrategia de combinación legal, política y mediática. ¿Eso es ilegal? No, lo puede tener cualquiera de los dos partidos. ¿La invocación que hacen para solicitar la nulidad son los que remite la ley? Pues no. Las causalidades de nulidad están incursas en el artículo 363 de la Ley Orgánica de Elecciones, son cuatro causales únicas y estas tienen que ser resueltas a favor por el juez electoral colocando por sobre todo la garantía y la validez del voto, que es la traducción de la voluntad popular.

— Ese es un principio en elecciones.

Si votaron 250 personas y todos sus votos fueron válidos, los argumentos sobre que los miembros de mesa tienen el mismo apellido no pueden llevar a una nulidad porque no está contemplado en los 4 literales del artículo 363. Los prestigiosos abogados que han apoyado son prestigiosos en áreas que no son de derecho electoral. Lo que están invocando no tiene que ver con la causal principal y es por eso que es difícil anular una mesa completa. Nuestro país tiene una legislación que se ha ajustado a los procedimientos para garantizar el derecho de participación y la validez del sufragio. Los organismos electorales en Perú fueron construyendo un nivel de legitimidad sobre el avance de su trabajo de los más altos de América Latina. Así lo señalan organismos internacionales. Fraude es una palabra mayor. Lo que ocurre en Fuerza Popular, pero también en Perú Libre, es que quieren anular las mesas donde ganó el otro.

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— ¿Qué mensaje les da a los votantes que se quiera anular votos por problemas en el llenado de actas?

Esta es una estrategia política-legal. Acá no se quiere la verdad electoral, se quiere anular las actas cuyos votos favorecen al otro. Han auscultado dónde tiene altas votaciones [Pedro] Castillo. Y, en menor número, los de Castillo lo han hecho donde tiene Keiko Fujimori. Hay bolsones de alta votación de un partido como de otro. La estrategia es anular esas mayorías aplastantes, para reducir la diferencia e invertir esa tendencia. De la misma manera, el otro lado para mantenerla. Eso nada tiene que ver con fraudes que pretenden invocar ni con la defensa de la democracia ni con elecciones limpias.

No se invoca, de manera mayoritaria, el único artículo y su literal que permite la anulación de la mesa. Invocan que hay personas con el mismo apellido en una mesa. Primero, en muchas partes del Perú, sobre todo en centros poblados o zonas rurales, hay apellidos que abundan en número. La ley dice que no pueden estar en una misma mesa dos personas que tienen un grado de parentesco, pero lo que no dice es que eso amerita la nulidad de la mesa. En segundo lugar, es por sorteo. ¿Cuándo fue? En enero. ¿Alguien sabía que Perú Libre y Fuerza Popular iban a pasar a la segunda vuelta? Nadie. Asociar eso con el fraude es un despropósito. Pero además, luego del sorteo se publica el listado de los miembros de mesa y les asiste a todos los ciudadanos el derecho de tachar. Si no se hizo, ahí concluye y se pasa a la siguiente etapa. Un proceso electoral es preclusivo, se termina un momento y se pasa al siguiente. En este momento, yo no puedo denunciar a ninguno por entrega de dádivas así se hubiera hecho. Y la tercera invocación es porque se encuentran firmas en distintas actas. Al personero le asiste el derecho de impugnar voto y mesa; si no lo ha hecho, es un problema del personero. Eso no abona a que lo que vino después es motivo de un fraude.

— ¿Qué gobernabilidad podría tener Keiko Fujimori en caso de ganar en mesa?

Es difícil ponerse en ese escenario si uno revisa las solicitudes de nulidad. Hay un tercer caso que invocan, que es que aparecen actas donde Keiko Fujimori tiene cero votos. Es inusual, es infrecuente pero es posible. No estás buscando la verdad electoral, estás buscando anular votos en masa para lograr aquello que no se ha producido en los votos.

— ¿Y cuál sería la gobernabilidad de Pedro Castillo tras cuestionarse la pulcritud del proceso electoral?

Lamentablemente, los dos candidatos han hecho prácticas reñidas con las democráticas. El domingo, cuando hubo el boca de urna que favorecía a Keiko Fujimori, [Perú Libre] hablaba de fraude y movilización; cuando vino el conteo rápido [que favorecía a Castillo], se callaron la boca y le tocó el turno a Fuerza Popular. Y comenzaron a empañar el proceso electoral, cuando ya se hablaba de fraude con anticipación para abonar el terreno para que quien pierda no reconozca el triunfo. El daño que están haciendo a los procesos electorales es lamentable.

— Pedro Castillo ha dado mensajes dándose a entender como presidente electo, y a la vez su partido también ha presentado solicitudes de nulidad. ¿Estos actos también son poco democráticos?

Cuando el boca de urna favoreció a Keiko Fujimori, pero se sabía que había que esperar el conteo rápido, [los de Perú Libre] hablaron de movilización y de fraude. Es algo así como fraude si estoy perdiendo; si estoy ganando, no. Eso es, como decía Eduardo Dargent, demócratas precarios, demócratas convenidos. Eso lo están haciendo desde las dos tiendas. En este clima, declararse ganador no es lo propio; pero quizás lo hacen porque están viendo que del otro lado hay una aplanadora que está haciendo uso de todos los recursos posibles. Puedo entender que la señora Fujimori y sus allegados están en un momento de tensión porque es la tercera elección que pierden, dos de ellos de manera ajustado, y quizás era Pedro Castillo al único al que le podían ganar. [Pero] ella es una candidata de 14,5%, como Castillo es de 19%. Por eso, esta es una segunda vuelta con candidatos minoritarios pero que realinearon a mayorías políticas que participaron de primera vuelta, y también al electorado por diversas razones. Lamentablemente se dio una polarización como no tenemos recuerdo.

— ¿Los organismos electorales tienen la legitimidad suficiente para que sus decisiones reencaucen la vida democrática? Hemos visto constantes ataques a ellos, e incluso una protesta en la casa del presidente del JNE.

Lo que han hecho con el presidente del JNE y el jefe de la ONPE es una campaña de desprestigio que tenía como propósito que al final de este proceso, cuando se quiera desconocer el resultado, digan que si gana uno es porque era comunista; si gana el otro, porque era fujimorista. Las razones que se esgrimen son deleznables, pero gran parte de los electores las han consumido por el gran consumo de ‘fake news’ que hay a diario. En estos momentos, hay gente que cree que agredir al presidente del JNE es un acto democrático y que están salvando al Perú. Estamos en un mundo recargado, y es en este momento en que los líderes de verdad se colocan por encima para parar esto, y pedir calma y decisiones responsables. Lamentablemente, estamos viendo muy poco de esto.

— ¿La resolución de estos pedidos de nulidad será suficiente para calmar esta polarización y las acusaciones de fraude?

No necesariamente. Si estás en una campaña en la que estás diciendo fraude, eso es desde el proceso hasta el resultado final, el resultado será un golpe para quien pierda, pero tratará de afirmar que ha perdido no porque la mayoría lo ha favorecido, sino por un fraude que incluye a los organismos electorales. Esto podría ocurrir si los líderes siguen esta campaña realmente irresponsable. Es más, podría tener consecuencias en el devenir del siguiente quinquenio, como ocurrió hace cinco años.

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