"Te cruzas con machismos en el mundo del alcohol" [ENTREVISTA]
"Te cruzas con machismos en el mundo del alcohol" [ENTREVISTA]
Milagros Asto Sánchez

Nací en Londres hace 29 años, pero me crie en la región vitivinícola de Borgoña, en Francia. He estudiado Administración de Negocios y Márketing. Desde el 2015 soy embajadora global de Tanqueray, una de las marcas de ginebra más antiguas.

Stephanie Jordan pasa sus días visitando la destilería de Tanqueray en Escocia, siendo jueza de la competencia de mixología más famosa del mundo (World Class) y subiendo sin parar a distintos aviones (conoce más de 60 países). Hija de madre francesa y padre colombiano, esta joven británica nos dice en perfecto español que es consciente de que gracias a su trabajo como abanderada de la ginebra es una de las mujeres más influyentes de la industria de los destilados, sector tradicionalmente destinado a los hombres.

—¿Siente que rompe el molde al ser mujer?

Es una pregunta que marca una tendencia. Nosotros organizamos el World Class y después de siete años por primera vez ganó una mujer, la francesa Jennifer Le Nechet, y eso marca una tendencia. Para mí, realmente ser mujer es ser yo misma y con eso ha sido suficiente para estar donde estoy. Pero aunque no tengo una técnica, sí lucho todos los días. Por el hecho de ser mujer siempre te encuentras con ciertos machismos o ideas preestablecidas en el mundo del alcohol, pero eso existe en todas partes, en todos los sectores y en todos los trabajos. Ahí entra tu fuerza de carácter y tu voluntad para seguir adelante.

—Algunos defienden que hoy existe mayor presencia de la mujer en cargos importantes...

Sí, pero todavía no estamos ni cerca de donde están los hombres y ni qué decir en los países más desarrollados. En las empresas que están en las bolsas de Londres o de Nueva York no hay jefas.

—¿A qué estereotipos se ha enfrentado en su trabajo?

Más que a todo al relativo a la sensualidad, a la idea de que las mujeres siempre tienen un lado provocativo. Existen diferentes niveles en este campo. El trabajo que yo hago es con la coctelería top. Trabajo con los ‘fifty best bars’ del mundo, me relaciono con gente muy educada, muy profesional. En este nivel el ser mujer no importa, importa ser profesional. Pero si te toca estar en un mundo más nocturno, más de discoteca, la sensualidad femenina sí se explota.

—¿Trabajar tras la barra obliga a saber defenderse?

Creo que debes tener un trato muy respetuoso y tienes que llamar a que te respeten. Es tener cierta fuerza de carácter y más que todo tener confianza. La seguridad en uno mismo es primordial.

—¿Cuál fue su primer contacto con este mundo?

Yo crecí en Borgoña, una zona vitivinícola francesa con mi padre, que hacía vino. A partir de ahí yo me enamoré del alcohol, lo vi de otra manera. Una experiencia así te permite aprender que detrás de él hay trabajo duro, que no depende solo de ti, sino de la pachamama. Si ella quiere que llueva va a llover, aunque la uva no haya llegado a su madurez. Son cosas que debes aprender a manejar. Ver a una persona como tu propio padre levantarse todos los días antes del amanecer para trabajar con una planta a mí me inspiró muchísimo respeto. Cuando te crías con esa cultura, tienes un aprecio real para el líquido que va dentro de la botella.

—¿Qué es lo que más disfruta de su trabajo?

Para mí es un orgullo poder trabajar con la ginebra y poder contar la historia de las personas que están detrás de la destilación, de los que trabajan todos los días con los alambiques, con los botánicos, con el enebro, con los que destilan el gin. Esa parte es la más me gusta, bastante más que el márketing o que las fiestas. Claro que también disfruto viajar y absorber como esponja la cultura de cada país, su gastronomía, aprender las nuevas tendencias. Eso también es fascinante.

—¿Qué permite el alcohol como tal?

El alcohol es parte importante de las historias de todas las sociedades del mundo. En latín se decía ‘in vino veritas’, que significa ‘en el vino está la verdad’. Y así es.

—Pero el alcohol tiene connotaciones negativas en la mayoría de países, más aun si se lo vincula con la mujer.

Yo creo que la única excusa para eso es la supuesta protección a la mujer, pero se termina provocando lo contrario. A mí me gustaría que en vez de prohibirnos cosas para ‘protegernos’, se reconociera nuestro derecho de poder hacerlas, de decidir.

—También es experta en vinos. ¿Cuál es su favorito?

Yo me crie en Borgoña. Tomarme un 100% chardonnay con fermentación en barrica que viene del pueblo que está a dos kilómetros de mi casa siempre es algo muy especial. Pero tener un vino favorito es difícil. Es como con los tragos, eso lo marca el momento, la ocasión.

—¿Cuál sería el coctel perfecto para hoy?

Bueno, estoy en Lima, hace calor, quiero un pisco sour, ¿qué más voy a querer? Entonces, dependiendo de las circunstancias, en cualquier parte del mundo te apetece una cosa más que otra. Si estás en pleno verano en Saint-Tropez, al sur de Francia, vas a querer tomarte un rosé.

—¿Qué caracteriza al consumidor de ginebra?

Hay diferentes perfiles. Por ejemplo, para los peruanos es una categoría nueva, un producto nuevo, pero en Inglaterra o España es común porque nuestros abuelos tomaban gin tonic. Existen perfiles totalmente diferentes, algunos lo toman por herencia, porque es parte de su cultura, y otros porque es ‘cool’, ‘trendy’. No creo que haya un solo perfil global. Además, lo hermoso de la ginebra es que es la copa que más se personaliza, que más podemos adaptar.

—¿Cómo lo prepara usted en casa?

Yo no preparo tragos en mi casa. Sé prepararlos, por supuesto. Pero paso todo el tiempo viajando, comiendo afuera, visitando bares, haciendo ‘master class’ de coctelería, así que cuando llego a mi casa no quiero una gota de alcohol. Ando en pijamas. Televisión, buena comida y nada más.

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