MARÍA PÍA BARRIENTOS Redacción online
Pasión y adrenalina. Estos son los dos ingredientes que impulsan al italiano Roberto Cerea, chef de Da Vittorio, el cual ostenta 3 estrellas Michelin, el máximo honor gastronómico para un restaurante. El chef llegó a Lima para participar en un festival en la Rosa Náutica. Durante su visita aprovechó para contarnos cómo vive su oficio.
Nunca pensó ejercer otro trabajo, “es algo que te sale natural”. Roberto creció en la cocina de Da Vittorio, el restaurante que comenzó su padre, Vittorio, y desde siempre quiso demostrar de lo que era capaz.
“Cuando tenía unos 12 o 13 años quería demostrar que yo podía cocinar y hacer todo lo que había que hacer. Agarré una sartén muy grande de sopa de pescado y me la derramé toda encima. Tuve que correr al hospital. Fue la primera marca de la cocina”, comenta con una sonrisa.
La cocina de su restaurante es como su casa. “Siempre estoy en la cocina, trabajando. No me acuerdo cuándo fue la última vez que estuve con mi familia, con mis hijas y mi esposa, cuándo pude dedicarme completamente a ellas”, afirma.
La adrenalina lo impulsa y lo mantiene alerta mientras dura el servicio en el restaurante. Cuando este acaba “te desinflas, como una piel muerta y caes”, asegura. Y es que no es fácil comandar uno de los mejores restaurantes del mundo.
“Cada día, cuando abres el restaurante tienes la presión de tener que llegar a cierto nivel. (Tener 3 estrellas Michelin) es un reconocimiento importante, pero también es una responsabilidad”, asegura.
UN PAÍS AL QUE DESEA VOLVER Cerea llegó al Perú por invitación de la familia Puga, dueños de La Rosa Náutica. El italiano llegó para ofrecer un festival en el que ofrece una cena a 5 tiempos para conmemorar los 30 años del restaurante ubicado en la Costa Verde.
Esta era la primera vez que pisaba nuestra tierra, un país al que desea volver. “Estuve en otros países sudamericanos, cuyos nombres no voy a decir, a los que no quisiera volver. Pero aquí, aparte de haber sido tratado estupendamente por la gente de La Rosa Nática, vi que hay una manera de trabajar que es similar a la nuestra. Por eso me gustaría volver, experimentar más y trabajar más con los productos de acá”, indica.
Sabe que nuestra gastronomía está en expansión. No se anima a darnos un consejo, “sería demasiado pomposo”, pero nos deja una recomendación: “lo que tienen que hacer es enfocarse en la calidad y no en la cantidad, como hacen otros países de Sudamérica”, afirma.
EL DATO: Hasta el 14 de junio, Cerea lleva a La Rosa Náutica su laureada propuesta.