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Paola Miglio | Mi Dulce Cía
Paola Miglio

"A las once pasaban la melonera y la mulata de convento vendiendo ranfañote, cocada, bocado de rey, chancaquitas de cancha y de maní y frejoles colados…", cuenta en sus "Tradiciones peruanas". El fragmento compila todo aquello que circulaba en las calles hace 150 años y las horas en las que se podía comprar, comer, disfrutar. El ranfañote era uno de los dulces esperados: humilde y de creación impecable, un entreverado de pan, chancaca y frutas. La versión de Elena Santos en Mi Dulce Cía. no tiene igual. Es húmeda, golosa. Se deja entender y comunica buena ejecución. En el pocillo en el que te lo sirven se encuentran el pan francés tostado con la miel de chancaca, que reciben e integran el queso mantecoso, el coco rallado, las pasas rubias y negras y las pecanas. La cucharada es completa, un subidón de energía, un abrazo largo. Una reivindicación de un postre malamente hecho por la mayoría que encuentra sabroso aliento.


Elena Santos tiene buena mano, historia y recetas con tradición, hijas de la gran Teresa Izquierdo. En su pequeño espacio ubicado en la calle Ignacio Merino desarrolla, con la paciencia necesaria, esos dulces a los que casi les perdimos el rastro. Ahí está la revolución caliente que solía comer de chica, de aquel pregonero que andaba por las tardes por Miraflores y San Isidro (un día, su voz se apagó). También mazamorras y arroces de buen punto, un manjar de coco memorable, el huevo chimbo y hasta el sanguito casi extinto, que de cuando en cuando gozábamos donde don Marcelo Piñeyro, al frente del colegio Alfonso Ugarte. Santos también lo hace. En su vitrina se acomoda buena parte de la historia de nuestra gastronomía local, esa que nace de mezclas y quereres, de recurseos e imaginación, de influencias y herencias.

Atención a los picarones, que arrancan a las cinco de la tarde y también se venden al frente, en la anticuchería de doña Grimanesa: crocantes y calientitos, se aplastan suaves en una miel fragante que los embebe impaciente. Cuidado con la atención: una encargada algo displicente puede arruinar la experiencia en un local tan coqueto y bien puesto. Ojo con la evolución: ya se puede apostar por envases más amigables con el ambiente. Y una recomendación: hacer más llamativo el ingreso a la dulcería, muchos vecinos no saben que el local existe.

¿En qué momento ocurrió el rompimiento de aquella relación maravillosa que se construyó durante tantos años con los postres tradicionales? Se me ocurre que se nos aflojó la mano y le agarramos terror al azúcar, pero solo a un tipo de azúcar. El dulce de higo verde no se hizo más, tomaba mucho tiempo preparar el camotillo y los buñuelos de yuca eran muy trabajosos. Que alguien le dedique buenos insumos y esfuerzo a su rescate y factura es encomiable, sobre todo en un universo que, sin pensarlo dos veces, cambió el frejol colado por el cheesecake de Oreo. Vayan, prueben, compartan. Sí, también hay torta de chocolate (y bien hecha), aunque, espero que lo sepan: no todo es torta de chocolate en la vida.

MÁS DATOS
Puntaje: 16/20.
Tipo de restaurante: dulces tradicionales peruanos.
Dirección: Ignacio Merino 489, Miraflores.
Horario : de lunes a sábado, de 2:20 a 10:30 p.m. Estacionamiento: puerta calle.
Carta de bebidas: café, refrescos. Precio promedio por persona (sin bebidas): S/20.

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