La amarga historia del azúcar, desde el legado esclavista en América hasta el exceso de las calorías o el impacto medioambiental, es el tema abordado por un ensayo escrito por dos periodistas españolas afincadas en Tailandia y Argentina.

En Amarga dulzura. Una historia sobre el origen del azúcar, Laura Villadiego y Nazaret Castro abordan los desafíos económicos y sociales de la caña de azúcar, que aporta el 80 por ciento de la sacarosa mundial, y de la remolacha, mayoritaria en Europa.

AMARGA HISTORIA Domesticada en la Polinesia para fabricar jugo dulce, la caña de azúcar fue convertida por primera vez en cristales en la India y fue Alejandro Magno el que introdujo en Europa el alimento, que también llegó a España a través de los árabes.

Cristóbal Colón introdujo la especie en las islas del Caribe, donde en pocos años los indígenas fueron sustituidos por esclavos africanos en los cañaverales, narran las autoras de Amarga Dulzura, publicado esta semana por Carro de Combate.

Las condiciones han mejorado, aunque millones de braceros siguen siendo explotados con salarios exiguos y condiciones precarias en plantaciones que, en ocasiones, se encuentran en terrenos expropiados a comunidades indígenas.

Según Amarga Dulzura, la mano de obra es tan barata que la industria brasileña, la primera productora mundial de azúcar, no tiene incentivos para emprender una mecanización, que sí está implementada en países como Estados Unidos o Australia.

Los salarios bajan, pero la producción asciende con un mercado mundial de 170 toneladas de azúcar y 70.000 millones de dólares anuales y previsiones que hablan de 207 millones de toneladas en 2020, un 26 por ciento más que diez años antes, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura (FAO).

Ante la sequía de patrocinadores, Amarga dulzura se ha autofinanciado mediante el mecenazgo colectivo o crowdfunding, que consiste en obtener fondos a partir de una campaña de pequeñas donaciones, principalmente a través de Internet.

EL AZÚCAR Y LA OBESIDAD Con la proliferación de la obesidad y diabetes en el mundo, las periodistas advierten que ya no basta con evitar ponerle azúcar al café, ya que la sacarosa ha invadido gran parte de los alimentos que consumimos, aunque no lo sepamos.

La mayoría de los productos elaborados que compramos, dulces o salados, llevan azúcar añadido, desde unas empanadas hasta una salsa de tomate, pasando por los embutidos. El 75 por ciento del azúcar que consumismos viene de este tipo de productos, advierten.

Ante tal panorama desolador, Amarga Dulzura encuentra un haz de esperanza en proyectos como Bonsucro, una iniciativa de las empresas para una caña de azúcar sostenible y ética, o el fomento de dulcificadores alternativos como la miel o la estevia natural, aunque ésta última también tiene sus detractores.

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