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Frank Gehry y su monumento al vino - 3
Catherine Contreras

País Vasco, España. Dicen que no fue (tan) difícil convencerlo. Que lo citaron en la antigua cava que bautizaron como La Catedral y que allí fue el degollamiento. No fue a a quien cortaron el cuello, sino a la botella de vino fechada en el mismo año en que nació el célebre arquitecto: 1929.

Sentado en la penumbra de este búnker, rodeado de casi 130 mil botellas –las guardan desde la primera añada, en 1862–, Gehry presenció cómo una tenaza incandescente y una posterior pincelada de agua fría servían para romper el cuello de la botella, cuyo corcho avejentado era imposible retirar a la manera tradicional.

Bebió su contenido, casi marrón por el paso de los años, y se convenció. Frank Gehry haría para la bodega el monumento más vanguardista de la localidad de Elciego, en plena Rioja Alavesa.

CIUDAD DEL VINO

En la localidad vitivinícola de Elciego (donde llegamos por invitación de la Oficina Española de Turismo en Buenos Aires, Basquetour e Iberia) se dice que la iglesia de San Andrés fue construida con vino. Lo mismo podríamos decir del hotel Marqués de Riscal, cuya altura –un metro menor– tuvo el propósito de no quitar protagonismo a la iglesia que data del siglo XVI.

Con una gran celebración y feria de vinos, se inicia la vendimia en Elciego, localidad de la Rioja Alavesa.

Con una gran celebración y feria de vinos, se inicia la vendimia en Elciego, localidad de la Rioja Alavesa.

Allí, en la misma tierra donde el célebre bodeguero francés Jean Pineau ayudó a desarrollar la industria del moderno vino riojano, Frank Gehry aportó su cuota de vanguardia construyendo lo que algunos llaman “el château del siglo XXI”. 

Para lograrlo, se inspiró en las nubes que abrazan la sierra de Cantabria, pero también en los vinos que produce la bodega riojana que suma más de 150 años. 

Al igual que el célebre , el diseño escultórico que creó el arquitecto nacido en Canadá contempló el titanio como material predominante. Las líneas ondulantes que asociamos a elementos orgánicos corresponden a detalles representativos de la bodega alavesa: el destacado color rosa representa el vino tinto; el oro, la malla que recubre cada botella de Marqués de Riscal, y el tono plata, la cápsula que protege el corcho. Con el paso del sol, esta gran escultura regala al visitante un paisaje de colores más o menos intensos. 

“He querido diseñar algo excitante, porque el vino es placer”, dijo Gehry al diario “El Mundo”, justo el día de la inauguración de este hotel, parte central del complejo conocido como la Ciudad del Vino

Fue en la mañana del 10 de octubre del 2006. Aquel día el entonces rey de España Juan Carlos I llegó en helicóptero para participar en la ceremonia, que también sumó el ritual del degollamiento de dos botellas de vino de la cosecha del año de nacimiento del monarca, 1938.

LA OBRA MAESTRA
El edificio que Gehry construyó en la Ciudad del Vino se encuentra a 125 kilómetros de la que es su obra más famosa: el Museo Guggenheim Bilbao.

Inaugurado en 1997, el edificio más emblemático de la capital de Vizcaya borró toda huella del pasado que identificó a esa ciudad. Rodeada de montañas de minas de carbón y hierro, atravesada por una ría negruzca surcada por barcos, Bilbao estuvo envuelta en una nube gris por su industria pesada.

Fue en los 80 que el gobierno regional apostó por cambiar su rostro e invirtió en desarrollo a través de la cultura y el turismo. Por ello se tentó a la Fundación Guggenheim para construir allí su museo europeo.

El proyecto elegido fue el de Gehry y se levantó sobre lo que fue un puerto industrial. En su construcción se usó hierro y acero local, además de 60 toneladas de titanio, comprado en Rusia y Australia, pero cortado en Pittsburgh (EE.UU).

Hoy, se le reconoce a este museo el haber transformado la cara de Bilbao, que suma un millón de visitantes al año, más del doble de población que la habita. 

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