Tabla de Picar: "Mesa para compartir", por Catherine Contreras
Tabla de Picar: "Mesa para compartir", por Catherine Contreras
Catherine Contreras

No existe nada más aburrido, inapetente y desabrido que llegar a un restaurante y soltar con disimulada resignación la frase "mesa para uno".

Lo he hecho, y no una sino varias veces. Pero no me gusta. Y más de uno coincidirá en que sentarse a comer sin compañía y recibir un plato en soledad es algo que predispone la experiencia gastronómica. Porque más allá de que al estar solos la concentración en lo comido se pueda potenciar, todo aquello que llega a la mesa sabe distinto cuando son dos o más comensales los que se sientan a disfrutar.

Lo sabemos bien los peruanos, abanderados de esa popular frase "donde come uno, comen dos". Y lo demostramos en época de vacas flacas, cuando el ingenio no duda en multiplicar las raciones para que ninguno se quede sin comer.

También en tiempos de celebración, cuando en un chifa donde el menú familiar indica que el servicio es para cuatro comensales, sentadas a la mesa se concentran cinco o seis personas, confiadas todas en la generosidad de los platos que llegarán. Somos así porque nos gusta comer bien, pero también picar y compartir. Porque sobre la mesa, quien pide un plato para sí pocas veces duda en ofrecerle una probadita a quien mira con tentación el plato ajeno, seguro de que el favor se corresponderá, amparado en un principio de reciprocidad gastronómica.

Metemos nuestra cuchara en un cebiche y picoteamos un arroz. Una gaseosa de litro y medio, una cerveza, un vino o una jarra de chicha se distribuyen siempre en partes iguales. Pedimos que el postre vaya al centro, para coronar y no exagerar. Da gusto que nuestra cocina sea así, para disfrutar juntos.

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