Tabla de Picar: Gracias a Alberta, por Catherine Contreras
Tabla de Picar: Gracias a Alberta, por Catherine Contreras

Cuando Carlo Petrini, el fundador del movimiento Slow Food, visitó Ayacucho hace más de tres años, una imagen quedó marcada en la memoria de muchos de los que estuvimos allí.

En el colegio estatal agropecuario José Félix Iguaín, en la localidad de Luricocha, Huanta, una señora ofrecía frutas. Se llamaba Alberta Paredes, y dirigía un "quiosco saludable", que era en realidad una carretilla que ella había instalado en el patio escolar cuatro años antes de nuestra llegada.

Ella ofrecía frutas a los niños del colegio, y sabía bien qué era lo que más les gustaba. Durante el recreo, los pequeños se le acercaban sin dudar, le daban unos pocos céntimos y ella a cambio les entregaba un plátano o una manzana.

Lo que Alberta Paredes había logrado –mucho antes de que Petrini y la entonces ministra de Desarrollo e Inclusión Social pisaran ese lugar– fue generar un hábito saludable entre esos escolares. Se había convertido en su casera, y ellos en sus clientes. Un lazo que difícilmente ellos olvidarán, y que probablemente los ayudará a caminar hacia una vida saludable, si es que el sistema y sus modas de consumismo chatarra no los ahogan.

Rescato la historia de Alberta Paredes y su carretilla de frutas para animar a todos a reconocer el valor de iniciativas que nos ayudan a emprender caminos de transformación. La educación alimentaria y nutricional es una urgencia en la que nos debemos enfocar. Desde el hogar mismo y hasta las aulas, demos cabida y apoyemos las acciones que buscan hacer de nuestros niños consumidores conscientes y responsables.

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