Dicen que uno debería desayunar como rey, almorzar como príncipe y cenar como mendigo. Y poner en práctica esta creencia popular incluso puede ayudarte a bajar de peso, según confirmó un reciente estudio elaborado por la Universidad de Tel Aviv.
Los investigadores incluso encontraron que quienes se alimentan de forma abundante al iniciar el día e ingieren poca calorías en la cena tienen menos niveles de ghrelina, una hormona relacionada con el apetito.
Para la investigación, publicada en la revista Obesity, los expertos separaron a un centenar de mujeres obesas en dos grupos. Ambos consumieron una dieta, de 1.400 calorías diarias, moderada en grasas y carbohidratos por tres meses.
La única diferencia fue que las mujeres pertenecientes al primer grupo ingerían 700 calorías en el desayuno, 500 en el almuerzo y 200 en la cena, mientras las otras consumían 200 calorías al iniciar el día, 500 después y 700 en el lonche, según reporta el portal británico Daily Mail.
Al finalizar el estudio, los científicos encontraron que aquellas que consumían un desayuno copioso bajaron un promedio de 8 kilos, mientras que las que comían más al finalizar el día solo perdieron unos 3 kilos.
PARA PREVENIR ENFERMEDADES Los expertos de la Universidad de Tel Aviv encontraron también que quienes toman un buen desayuno presentan niveles más bajos de insulina y glucosa, lo cual se traduce en un menor riesgo de padecer enfermedades como la diabetes.
Además, el grupo que consumía más calorías al iniciar la mañana no presentaron picos en sus niveles de glucosa en la sangre, lo que normalmente ocurre después de alimentarse y que podría llegar a causar presión alta y problemas cardíacos.