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Alonso Ruiz Rosas: "La declaratoria es un justo reconocimiento" - 1
Redacción EC

Cassandra Larico

Un nuevo reconocimiento oficial ha recibido la picantería arequipeña, espacio que representa a una parte importante de la cultura culinaria peruana. La venta de chicha de guiñapo, así como la preparación de platos dobles, triples y americanos son parte del universo de esta práctica cultural vigente.

“La noticia la recibí desde Arequipa, me llamaron realmente entusiasmados por este justo reconocimiento concedido a este espacio de integración social, horizontal y democrático”, declaró Alonso Ruiz Rosas, poeta e investigador gastronómico, cuya publicación “La gran cocina mestiza de Arequipa” sirvió de sustento de investigación en la solicitud presentada por el coordinador general de la a la de la Ciudad Blanca.

“La picantería concentra una serie de prácticas relacionadas a las técnicas de cocina, a la elección de insumos y a la interacción social alrededor de la comida. Es un espacio muy complejo de definir. Por ejemplo, para que un lugar sea considerado una picantería es un requisito indispensable que prepare y venda la tradicional chicha de guiñapo”, afirmó Ruiz Rosas.

Desde tierra mistiana

La Sociedad Picantera de Arequipa, desde su creación en el 2012, se constituye como una institución civil sin fines de lucro creada para difundir y promocionar la gastronomía regional a nivel nacional e internacional.  Este sería el primer logro de esta institución, que reúne entre sus miembros activos representantes de las picanterías más emblemáticas de la ciudad, así como a personalidades del círculo de intelectuales y familias arequipeñas. Cabe resaltar que entre sus miembros honorarios se encuentran el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa; los hermanos Luis y Nelson Azpilcueta Zúñiga, destacados músicos de yaravíes; el historiador Juan Guillermo Carpio Muñoz y, por supuesto, doña Celmira Cerpa Rodríguez (Sol de Mayo) y la recordada doña Lucila Salas (La Lucila).

Consultado sobre la posibilidad de iniciar el proceso que elevaría a la tradicional picantería con el reconocimiento de  por la UNESCO, Ruiz Rosas considera que la picantería reúne los requisitos verificables de una práctica culinaria sostenida en el tiempo y transmitida de generación a generación.

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