CATHERINE CONTRERAS

En esa línea, cinco artistas peruanos (Mercedes Salem, Abel Bentín, Loreta Haaker, Edward Venero y Marcelo Wong) aceptaron el reto de crear piezas de arte para uso culinario, embarcándose en un viaje propuesto por Gastón Acurio para el invierno 2013 de su ranqueado Astrid Gastón. La historia de un joven genovés que en 1930 emigra al Perú y los sabores que surgieron de este encuentro son el hilo conductor.

ZARPA EL BARCO Un mozo en impecable terno Pal Zileri adaptado por el diseñador Amaro Casanova atraviesa el salón del restaurante sosteniendo un baúl que representa la valija del viajante.

Su artífice, la diseñadora de calzado Mercedes Salem, lo hizo en cuero y revistió su interior de capitoné rojo, sobre el que se sirven cinco engreimientos maternos hechos bocados: los quesos (del norte: taleggio y fontina), el prosciutto (que es de pato) con grissini, el pescado seco (piel crocante de anchoveta), las verduras y el baci de mousse de pollo y avellana.

El artista plástico Abel Bentín inicia a continuación la travesía con una terrina de cuy posada en la cubierta de un navío en cuyo mascarón de proa destaca una sirena inca.

A esta pieza le sigue el Neptuno, inspirado en la florentina fuente de la Piazza della Signoria. Este perfil es soporte para un lingüini de papa y va con pesto de albahaca y vainitas, emulando un clásico italiano.

DISEÑO A LA MESA Esta ha sido la primera vez que el artista plástico Abel Bentín diseña una pieza utilitaria, y lo mismo sucedió con Loreta Haaker, la joven diseñadora industrial que de crear mobiliario ha pasado a integrar los créditos de un menú degustación.

La idea fue lograr que la vajilla sea un complemento del plato mismo; que la función del objeto resalte el contenido y a la vez que su estética tenga un vínculo directo con este, explica la creadora del plato de vitro fusión azul intenso en el que se sirve el cebiche de Chucuito que da inicio a La Integración, tercer momento de la experiencia gastronómica que apela a nuestra sensibilidad.

Aquí el joven migrante se encuentra también con el pan con chimbombo (como se llamó en las fondas antiguas al pan con pejerrey). Diego Muñoz, jefe de cocina, posa esta creación sobre la plancha de acero inoxidable con la que Haaker expresa la simetría de una red de pescar.

A su turno, Edward Venero deja la pasarela para servir la mesa con tres creaciones. De estas destaca un continente geométrico de cerámica que a la manera de un apu eleva su contenido (una codorniz con polenta) expresando el triunfo de la fusión. También hizo una pieza de próximo estreno: un huevo metalizado con baño de plata, verdadera joya que Venero asocia con el futuro promisorio que el migrante soñó. La pieza contiene los ñoquis de papa amarilla, lardo, hongos y huacatay.

El retorno marca el fin de El viaje y está a cargo de Marcelo Wong, el artista que más ha colaborado con Acurio. Para este invierno, Wong creó una pirámide trunca con simbolismos de andenería inca y colores festivos que representa la estabilidad que anima a regresar al inmigrante. Retomando el recurso del contenedor de viaje, el joven llevará dentro los tesoros del país que lo acogió: sorpresas líquidas de frutas exóticas, un tiramisú con cacao peruano y panetón helado.