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Sanguchería La Lucha
Paola Miglio

Son casi las seis de la tarde y La Lucha de Av. Diagonal, Miraflores, ya tiene cola (o nunca dejó de tenerla). Una doble que avanza rápidamente y un mozo que te acomoda según tu pedido o método de pago, para que la espera sea menor. La fauna expectante es diversa, pero igual de hambrienta: a todos los une las ganas de meterle diente a un sánguche o matar un antojo con unas papas crocantes. Paso a la mesa: el pequeño local se mantiene limpio, ordenado y bullicioso. Siempre fue así, sobre todo el ajetreo en horas punta. Los encargados del salón van de una mesa a otra llevando grandes azafates. Repartiendo salsas. Un poco demorados y olvidadizos, tal vez, pero resueltos y amables. Ojalá esa constancia en la atención la siguiese compartiendo su cocina. Pero no.

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La Lucha no tenía que cambiar. Quizá solo ajustar algunos detalles. Sus sánguches eran ya clásicos, generosos, el pan crujiente y suave, las carnes tiernas, las papas recién hechas. Su café, pasado, despertaba memorias de chica: largos desayunos y tardíos lonches en familia. Su chicha y sus jugos contundentes sabían cómo animar y refrescar una noche larga y calurosa de cierre (trabajé a media cuadra de este local durante varios meses). La Lucha no tenía que cambiar, solo mantenerse en el tiempo brindando la misma calidad a buen precio para convertirse en ese lugar al que uno siempre puede volver con seguridad de goce. En la referencia.

Aún no se entiende qué pudo haber pasado para que los panes perdieran su frescura y se convirtiesen en una triste imitación de los anteriores: hoy andan resecos en los bordes, chiclosos en la miga. Para que las papas huayro pasasen de recién hechas a recalentadas, con una fritura gruesa y un interior apagado que revela mucho tiempo en la bandeja. Para que los jugos se volviesen 70% espuma y hasta los más cítricos fueran difíciles de acabar por la cantidad de azúcar que contienen. Para que la salsa golf se haya vuelto de color naranja intenso y en la mayonesa solo se sienta el ácido del limón. Para que su entregado Club Sándwich haya perdido en ingredientes y carisma, mas no en pan, conduciendo al cliente a un bocado seco, sin gracia.

Triste reencuentro. Felizmente hay destellos que marcan una posibilidad de esperanza: revelan, discretamente, que algún tiempo pasado fue mejor y hay cosas que saben cómo hacer: las carnes, por ejemplo, se trabajan bien, son jugosas y en algo sacuden aquel pan de tan pocos amigos. En especial la del pollo a la leña, con un breve ahumado que le da vida a una proteína que suele ser sosa. La de cerdo a la leña y el lomito también se muestran interesantes y suaves. Se espera que, en algún momento, se retome el camino perdido; el material y la capacidad están, lástima la poca iniciativa para mantener esa calidad/precio constante en el tiempo.

AL DETALLE
Puntuación: 12/20
Tipo de restaurante: sanguchería.
Dirección: Av. Diagonal 308, Miraflores.
Horario: de domingo a jueves, de 8 a 1 a.m.; viernes y sábado de 8 a 3 a.m.
Carta de bebidas: chicha, jugos, batidos y café.
Precio promedio por persona: S/25 (efectivo y ya aceptan tarjetas).

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