En memoria de Teresa Izquierdo: sazón y sentimiento
Redacción EC

“Antes yo no podía hablar de mi madre sin ponerme a llorar”, confiesa Elena Santos Izquierdo sentada en una de las mesas del restaurante que abrió Teresa hace más de 30 años. Afortunadamente, Elena hoy es capaz de recordarla y sonreír. “Mi mamá fue un ser especial. Le gustaba agasajar, compartir con la gente. ‘¿Sabes qué estoy pensando, Elena? Voy a hacer la tarde del sancochado’. Y llamaba a todo el mundo. Esas cosas tenía ella. Después se le ocurría hacer la noche del bolero, ponía su mesa linda, sacaba su vajilla. Tengo manteles de todos los colores de esas veces”, nos cuenta. 

Elena hoy recuerda a su madre con una sonrisa, sí, pero también con aquello que mejor la representa: la buena sazón. Y ninguna mesa está completa sin invitados. Los chefs Rafael Piqueras, Javier Wong, José Montes y James Berckemeyer entrarán a la mítica cocina de Teresa Izquierdo y harán lo que mejor les sale cuando tienen sartén y cuchillo en mano: todos cocinarán en honor a ella.

 “¿Sabes qué es lo más bonito que tenía? La cadencia con la que hablaba; qué bonito hablaba Teresa”, confiesa su gran amigo Javier Wong. Cientos de historias juntos: desde los recuerdos del primer restaurante que Izquierdo abriera en Lince –en 1992 se mudó al local que ocupa ahora– hasta el momento en el que ambos se consagran (junto a Humberto Sato y Sonia Bahamonde) como cocineros de culto de la gastronomía peruana. “Compré una casa y me encontré con un batán precioso en el sótano. ¿Qué iba a hacer yo con él? Eso se lo tenía que dar a Teresita”, recuerda el maestro cebichero. 

Cinco cocineros, juegan, prueban y se ayudan a preparar un menú compuesto por tacu tacu, seco con cordero, lomo saltado, arroz con leche y mazamorra. ¿Qué diría Teresa al verlos a todos entre sus ollas y sartenes? “Ella hubiese gozado cocinar con todos”, asegura su hija.

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