Los argentinos se viven quejando de lo cara que está la comida debido a una de las inflaciones más altas del mundo. Pero ahora, gracias a un grupo creado en la red social Facebook, el que quiere puede comer fruta gratis en Buenos Aires.

Una estudiante de la facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) ideó la página La ciudad nos regala sabores, en la que detalla la ubicación exacta de más de 400 árboles frutales en la capital argentina.

Los porteños no sólo tienen una gran cantidad de fruta al alcance de su mano, sino también mucha variedad.

Se pueden conseguir naranjas, mandarinas, limones, pomelos, duraznos, damascos, ciruelas, bananas, moras, paltas, olivos, higos, nueces y hasta tilo y ginkgo biloba sin pagar un peso.

Creé la página porque me daba rabia ver toda la fruta que hay en la calle y nadie consume, contó a BBC Mundo Ludmila Medina, de 23 años.

Su proyecto nació por una coincidencia. Estaba estudiando producción vegetal orgánica, hace tres años, cuando una empresa privada llegó a su universidad buscando gente para trabajar en un censo de árboles que organizaba el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Fue así que Ludmila se enteró de que su ciudad está llena de árboles frutales.

TRABAJO DE HORMIGA Al año siguiente, en 2011, fue contratada como inspectora del arbolado público por el gobierno porteño y decidió aprovechar la oportunidad para lanzar su proyecto.

Cada vez que me llamaban para ver un árbol llevaba lápiz y papel y anotaba la dirección de todos los árboles frutales que veía en el camino, contó la joven emprendedora.

A mediados de 2012 lanzó La ciudad nos regala sabores, que tiene más de 2.700 seguidores que, gracias a la página, descubrieron que su barrio tiene una riqueza hasta entonces desconocida.

Descubrí un montón (de árboles frutales) cerca de mi casa con esta pag!!!, celebró Marina Romanello, una de las participantes en los foros que se organizan en el sitio.

Es genial este proyecto, yo no sólo descubrí árboles que nos dan frutas en nuestro día a día mientras atravesamos nuestra rutina, sino que creo que se contacta con algo muy primitivo y natural del hombre que es la recolección y es una interrelación con la naturaleza muy linda que se puede tener, aún, en la ciudad, opinó, por su parte, Tomás González Angulo.

Algunos de los adeptos contaron que se habían animado a cosechar y comer fruta de los árboles de la calle, aunque otros admitieron que no habían encontrado ninguno cerca.

Para ayudar a los inexpertos a identificar los frutales Medina publica en el muro información sobre los distintos árboles que se pueden hallar en las veredas o en los parques públicos.

Lo más común son los cítricos, contó a BBC Mundo. También hay muchos paltos pero son muy altos y hay que enseñar a la gente cómo obtener la fruta sin lastimarse, agregó.

La experta también trata de enseñar a los porteños sobre algunas frutas que tienen a su alcance pero no consumen por desconocimiento.

Buenos Aires está llena de nísperos, una fruta que es como un mini duraznito, del tamaño de un quinoto, que tiene un sabor súper rico pero muy poca gente sabe que se come, ejemplificó.

También hay pimienta rosa, un granito con sabor a pimienta al que llaman “la pimienta de los pobres”. Para usarlo hay que secarlo y molerlo, pero nadie la conoce, a pesar de que es nativa de Buenos Aires, relató.

PREJUICIOS Según Medina, a pesar de toda la fruta que puede conseguirse de forma gratuita en los espacios públicos, existen muchos prejuicios con respecto a su consumo.

La fruta de los árboles en la calle no está toda brillosa o perfecta como la que uno ve en la verdulería y muchos desconfían de su origen, señaló la ecologista.

Según explicó, esto se debe a que, a diferencia de la fruta cosechada comercialmente, los árboles frutales que están en la vía pública no son rociados con insecticidas y otros productos que protegen a la fruta.

La consecuencia es que muchos frutos tienen gusanos, que son dejados por moscas.

Sin embargo, Medina asegura que es muy sencillo limpiar las frutas y consumir las partes que no están apestadas.

Al no contener pesticidas son más saludables incluso que mucha de la fruta que se compra, destacó.

Sin embargo, esta amante de los árboles confiesa que aún no ha logrado realizar estudios para determinar qué efecto podría tener sobre la fruta la contaminación ambiental, en especial los gases dañinos que emiten los autos. Hasta ahora no se han realizado pruebas para medir esta polución.

PELIGROS Las dudas sobre la salubridad de la fruta que crece en los espacios públicos es, justamente, una de las cosas que limita a las autoridades públicas a la hora de fomentar su consumo.

Los funcionarios también temen que los frutos que caen desde la altura puedan lastimar a los transeúntes o ensuciar las veredas.

Es por eso que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires prohíbe plantar árboles frutales en la vía pública.

Éste es también el motivo por el cual Medina, que trabaja para el gobierno porteño, realiza su proyecto de forma privada y sin asistencia estatal.

Según investigaciones que realizó, la mayoría de los árboles frutales que hoy tiene Buenos Aires fueron plantados por los inmigrantes europeos que llegaron en siglo XIX y XX. Aunque también las municipalidades plantaron frutales en el pasado, antes de que se decidiera prohibirlas.

En su sitio, la joven recomienda a quienes quieran consumir fruta de un árbol de barrio que primero pidan permiso al vecino más cercano, para no tener problemas, que nos acusen de robar, o asustar al vecino, aclara.

La idea es mantener el espíritu comunitario y fomentar las relaciones entre vecinos.

El próximo desafío de esta activista verde es crear un mapa virtual que muestre dónde están todos los árboles frutales de la ciudad.

Según pudo averiguar, Buenos Aires tendría un total de 5.600 frutales (los datos oficiales del censo de árboles no se han publicado aún), por lo que sabe que su tarea recién comenzó.