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Jacqueline Kennedy, la primera dama de América - 1
Lilia Córdova Tábori

Antes de convertirse en la primera dama más famosa del mundo, Jacqueline Lee Bouvier veía el mundo con ojos de artista. Desde niña pasaba horas pintando y dibujando. Escribía poesía y le encantaba leer sobre historia del arte y literatura. Si no estaba sumergida en los libros y los lienzos, Jackie montaba a caballo. A los 11 años ganó dos concursos nacionales. Compartió este pasatiempo con sus hijos John Jr. y Caroline.

Jacqueline nació un 28 de julio de 1929 en Southampton, Nueva York. Sus padres provenían de familias acomodadas descendientes de irlandeses y franceses. De allí su fascinación por la cultura europea, en especial la francesa. Estudió un curso de preparatoria en La Soborna. Luego de pasar una temporada visitando museos y aprendiendo francés, pasó a las filas de la George Washington University donde en 1951 se graduó en Literatura Francesa.

Su primer trabajo fue como fotógrafa del Washington Times Herald. Ganaba $42.50 a la semana por tomar fotos y preguntar a los “neoyorkinos” sobre su vida cotidiana. Incluso llegó a cubrir la coronación de la Reina Isabel II de Inglaterra.

La Belle Epoque

En 1948 conoció al pelirrojo y futuro senador John F. Kennedy. Así empezó el cuento de hadas que terminó con un matrimonio a todas luces beneficioso para ambos. Se casaron en setiembre de 1953. Ante la atenta mirada del público, los Kennedy recorrieron un largo camino hacia la Casa Blanca.

Jacqueline cambió la imagen de la primera dama en el mundo. Ella era la esposa silenciosa que pronto se convertiría en icono de la moda, el arte y la sociedad.

Siempre será recordada por hacer de la Casa Blanca un museo viviente para los americanos. Buscó muebles, obras de arte y todo tipo de objetos guardados en los rincones de este lugar para restaurarlos y darles el protagonismo que se merecen. En 1962 presentó a millones de televidentes la renovada Casa Blanca. Por este documental ganó un Emmy.

Durante la estadía de los Kennedy, la vida en este histórico lugar nunca fue aburrida pues habían conciertos, obras teatrales y cenas con importantes personajes de la política y la cultura internacional.

Habían cumplido una década juntos cuando el 22 de setiembre de 1963 presenció el asesinato de su esposo durante un viaje a Dallas. Con tan solo 34 años quedó viuda. Durante y después de los funerales se mostró serena y en silencio. Para honrar la memoria del presidente, Jackie impulsó la construcción del Museo y Biblioteca Pública John F. Kennedy en Boston.

En octubre de 1968 Jacqueline se casó con el millonario griego Aristóteles Onassis. El contrato matrimonial dispuso 30 mil dólares mensuales para sus gastos personales, además rosas diarias y joyas. Sin embargo, el dinero no era suficiente para aguantar el difícil carácter de su nuevo esposo. Por ello vivía más tiempo en Estados Unidos. En 1975, durante uno de sus viajes a la gran manzana, recibió la noticia de que había enviudado por segunda vez.

Recluida en el silencio

Poco a poco fue desapareciendo del ojo público. Su vida ya no era interesante para las revistas del corazón ni de la moda. Jackie se concentró en la edición de libros, trotar por Central Park y hacer yoga. Tenía una fortuna estimada en más de 200 millones de dólares.

En enero de 1994 reveló que tenía cáncer linfático. Su lucha duró pocos meses. Al confirmarse que su condición era irreversible, los médicos cumplieron su voluntad: regresar a su hogar para morir al lado de sus seres queridos. Así ocurrió el 19 de mayo de ese año. La ex primera dama fue sepultada al costado de su esposo en el Cementerio Nacional Arlington de Washington, lugar reservado para el descanso de los veteranos de guerra.

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