Con miras al Bicentenario. el Estado está ejecutando un plan multisectorial para reducir la anemia en los niños.
Con miras al Bicentenario. el Estado está ejecutando un plan multisectorial para reducir la anemia en los niños.
/ Archivo El Comercio
Stefanie Pareja

En 1930, la pediatra norteamericana Clara Davis condujo un experimento en orfanatos de Cleveland y Chicago. Su objetivo era conocer qué elegían los niños libremente. Ella instruyó a las enfermeras para que sirvan la mesa con diez tipos de comida, esperaran a que el niño señale uno de los platos y darles una cucharada solo si abrían la boca. Sin imponer nada. El resultado demostró que los niños elegían comer hígado, leche fresca y betarragas con el mismo gusto con el que pedían pollo, puré y plátanos. Solo tenían que tener las opciones al alcance.

En un país como el Perú, donde hay aproximadamente 620 mil niños anémicos, repensar la forma en la que comemos es una urgencia. “Creo que como país aún no entendemos las dimensiones de la alimentación. Es algo que va más allá de lo rico que comemos. Se trata del desarrollo de los futuros ciudadanos”, comenta Karissa Silva, directora de La Revolución, una organización sin fines de lucro que enseña a niños y adultos a comer a través de la educación alimentaria y la educación del gusto.

Con miras al Bicentenario, el Estado está ejecutando un plan multisectorial para reducir la en los niños. Para el 2021, el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) se ha propuesto pasar de un 43.5% de incidencia entre los menores de 3 años a un 19%. Según la nutricionista Tania Arauco, de Aventura Saludable, corregir la malnutrición en los niños a tiempo les ofrece un mejor futuro. “Si no se llega a tratar adecuadamente, los niños arrastrarán esos problemas hasta la edad adulta. Aumenta su probabilidad de tener enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes y la hipertensión, y problemas de comportamiento y aprendizaje”, advierte.

"La anemia es una cuestión de calidad de nutrientes. ¿De dónde viene lo que comemos? No necesitas un laboratorio para entender este problema. Solo mira las loncheras”


Dr. Jaime Miranda, Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Peruana Cayetano Heredia

Erradicar problemas como la anemia o la obesidad infantil exige una transformación en nuestra manera de pensar sobre la comida y nuestros hábitos de consumo. En sus talleres, Karissa Silva ha comprobado que una vez que un niño comprende que el vegetal que elige comer puede animar a una comunidad en la sierra a seguir cultivándolo, sus preferencias varían. Si un pequeño entiende, como les enseñan en , que “las calorías son la energía del sol contenida en un alimento”, crecerá sin verlas como el enemigo que engorda y estará convencido de que tiene que comer bien para rendir mejor.

Si los adultos aprendemos a comer bien, les daremos a los niños un inicio justo, sin desventajas. Ofrecerles un entorno donde la malnutrición no condicione su potencial ni limite sus aspiraciones.


¿Cómo enseñar comer a los niños?

1. Coman sin apuros ni riñas

Promover un momento agradable alrededor de la mesa moldeará la relación del niño con la comida en su vida adulta. Evita crear en ellos la sensación de que comer es un acto diario más, que se hace rápido y sin pensar.

2. Enseña con el ejemplo

Los niños aprenden por imitación. Si quieres que tu hijo coma con gusto verduras y frutas, primero tienes que hacerlo tú.

3. Evita los gustos caprichosos

Enseña a tu niño a pensar más allá de su antojo. Si te acompaña al mercado, anímalo a que sienta la textura de los alimentos, sus olores y colores. Explícales que cada uno tiene su tiempo de cosecha y el impacto que su elección al comer tiene en otras comunidades.

4. Educa su paladar

En La Revolución proponen no dar azúcar añadida a los niños antes de cumplir dos años. Sin embotar su paladar con excesos, el niño percibe mejor los sabores y forma sus propios umbrales de lo dulce y salado.

5. No uses la comida como premio

No ofrezcas a tu niño un dulce si come todas sus verduras. Con eso solo le refuerzas la idea de que comer verduras, o cualquier otra opción saludable, es una obligación, algo que no se disfruta.


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