Hay un error ante la propuesta de de reubicar los árboles en San Isidro.
Hay un error ante la propuesta de de reubicar los árboles en San Isidro.
Angus Laurie

El martes 31 de octubre, algunos vecinos de salieron a protestar por el proyecto de ampliación, de dos a tres carriles, de la Av. Aramburú, desde el Paseo de la República hasta la Av. Parque Sur.
Esta columna frecuentemente cuestiona la lógica de ensanchar vías en zonas urbanas, pues se trata de una estrategia cortoplacista. En vez de reducir la congestión, sirve para inducir a una mayor demanda del uso del automóvil, mayor tráfico y mayor contaminación. Este ha sido el caso del paso a desnivel en la Av. 28 de Julio y de la generación de un tercer carril en la Costa Verde. En hora punta, persiste la misma congestión de siempre.

Lo de la Av. Aramburú es una historia que se repite: la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) busca ampliar una avenida y los residentes se oponen a la pérdida de una berma central arborizada. Como en los casos anteriores, la MML se defiende declarando que en vez de talar los árboles que se encuentran en la ruta de la nueva vía vehicular, se van a reubicar.

Hay un error fundamental en la lógica de la MML en proponer la reubicación de los árboles como una respuesta al reclamo de los vecinos. Los ciudadanos no están protestando para salvar la vida de los árboles, sino para hacer prevalecer las externalidades positivas generadas por los árboles involucrados.

El aporte de un árbol frente a la casa o lugar de trabajo de un vecino de Lima es diferente a lo que sucede en la selva. En ambos lugares son importantes, pero los árboles que nos acompañan en nuestros barrios nos proporcionan varios beneficios directos. Según un estudio de B.R.Payne en Estados Unidos, la presencia de árboles en una calle genera un aumento en el valor de los predios de 7%, en comparación con la misma calle sin árboles. En avenidas de alto tránsito, los árboles ayudan a reducir el ruido generado por los vehículos y ayudan a disminuir la contaminación del aire. Los residentes que viven en calles arborizadas tienen menores niveles de estrés y de asma, externalidades que tienen un impacto positivo y directo en su calidad de vida.

La idea de que los árboles simplemente puedan ser reubicados no cambia la realidad: los predios disminuyen su valor y la calidad de vida de los vecinos sufre un impacto negativo.

Más allá del beneficio que generan en avenidas con bermas arborizadas –como Aramburú, Arequipa y Salaverry–, los árboles son elementos importantes que caracterizan a Lima. En las avenidas Paseo Colón, Alfonso Ugarte y Brasil, ya hemos perdido los árboles de las bermas bajo la premisa de mejorar la accesibilidad y el tráfico vehicular. Al perder estas, Lima se ha vuelto un poco menos habitable, pero también hemos perdido un elemento importante de nuestra identidad.

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