‘Bypaseando’ el bicentenario, por Raúl Castro
‘Bypaseando’ el bicentenario, por Raúl Castro
Raúl Castro

Si se trata de la historia moderna de Lima, y del crecimiento y ocaso del concepto urbano más coherente que a la fecha existe, tenemos que hablar de los monumentos y edificios que se erigieron a partir del centenario de la independencia; y de la nueva cara cosmopolita que estos le imprimieron entonces a nuestra capital.

Uno de estos monumentos, que ya no está más entre nosotros, fue el Arco Morisco. Esta semana ha vuelto a cobrar relevancia dado el hallazgo –y posterior demolición– de los : la entrada a la avenida Arequipa, cruce con 28 de Julio.

El Arco Morisco fue parte del trazado urbano que se instaló en Lima hace 94 años, y que hizo de esta villa una de las joyas monumentales de América del Sur. Como él, otras esculturas, edificios y grandes avenidas de carácter neoclásico, instalados entre 1921 y 1930, terminaron por caracterizar un espíritu arquitectónico que hoy el limeño reconoce como propio de su identidad. 

Nunca como en esos años nuestra capital brilló como una ciudad luz: con el tendido de grandes y arbolados paseos, de extensos parques y avenidas, y unos 20 soberbios monumentos de distinto legado artístico. Lima adquirió el porte de gran metrópoli, respetuosa de su herencia colonial y al mismo tiempo proyectada al futuro.

Con el impulso modernista, se construyeron las primeras grandes avenidas, como las actuales Arequipa y Venezuela. También espacios públicos pensados para las nacientes masas ciudadanas de las que hablaba Basadre: las plazas San Martín, Washington, Sucre y Manco Cápac, y el Parque Universitario, los que, dicen Gunther y Mitrani, nos alinearon a corrientes y estilos contemporáneos.

Todo ello es ahora testimonio de una visión de políticos, artistas y urbanistas que fue abandonada, peor aún, entregada a la depredación. Un proyecto de ciudad que los siguientes gestores municipales, hasta hoy, no supieron ni quisieron continuar. 

Sobre ello es que instituciones como Icomos –International Council on Monuments and Sites– llaman la atención, denunciando penalmente a la actual administración de la ciudad por delito contra el patrimonio cultural. Porque su acción de destrucción de lo que quedó del arco, es sintomática: pudiendo poner en valor un hito, lo borra, por puro efecto populista e instrumental.

De cara al bicentenario, a la actual administración debemos pedirle un plan: ¿cuál es, señor Castañeda, su propuesta para celebrar en 6 años los 200 años de la independencia? ¿Cómo va a emular a lo que 100 años atrás sentó las bases de nuestra modernidad?

Es larga la lista de las ciudades en las que pequeñas piedras o tallas se preservan como memoria de un pasado aún presente. Roma, Londres o Berlín lo hacen, poniendo relatos en piedras y pedazos de muro simbólicos, testimonios de imperios o regímenes que marcaron su identidad. 

Porras Barrenechea decía que todos los días en las iglesias de Lima se escuchaba la siguiente oración: Líbranos, Señor, de los terremotos y los alcaldes. Porras sí sabía.

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