Cabeza fría con los peajes, por Pedro Ortiz Bisso
Cabeza fría con los peajes, por Pedro Ortiz Bisso
Pedro Ortiz Bisso

Para la congresista Yeni Vilcatoma, el problema de los peajes “manchados de corrupción” (como los ha llamado el alcalde Jorge Muñoz) se puede resolver fácilmente.

La también conductora de TV, tuiteó el último jueves que bastaba con que el burgomaestre aplique la cláusula 17.7 del contrato con Rutas de Lima (uno de los concesionarios) para que, como si fuera un chasquido de Thanos, la controversia se terminara.


La cláusula mencionada le da potestad a la comuna limeña para dar por concluido el contrato aduciendo que ha sido afectado el interés público. En otro tuit, dirigido a la periodista Mabel Huertas, insistió en que todo dependía de Muñoz. Una vez que tomara la decisión, “notifica al consorcio para la liquidación y ya! Así de simple”.

Qué hermoso sería el país si sus problemas, desde el más grande hasta el más pequeño, pudieran resolverse “así de simple”.

Ignoro cuál sea el origen de este súbito rapto de optimismo que arroba a la señora Vilcatoma. Quizás sea el entusiasmo por su reciente incursión en el mundo de la televisión, pero de lo que no hay dudas es de que difícilmente las empresas que manejan las concesiones de Rutas de Lima y Línea Amarilla se quedarán de brazos cruzados.

Especialistas consultados por este Diario auguran procesos complejos (la sola definición de “interés público” se presta a varias interpretaciones) que incluyen la posibilidad de pagar fuertes sumas de dinero que saldrían del bolsillo de los contribuyentes.

Si se usara como motivo de nulidad una infracción penal, el abogado Andrés Calderón ha precisado que hace falta una sentencia “que precise que la contraprestación de los aportes de Odebrecht y OAS fue la suscripción de contratos o adendas”. Ni la condena de la ex alcaldesa Susana Villarán anularía el contrato.

El ex viceministro de Economía Enzo Defilippi recordó ayer en este Diario que los dos contratos y las cuatro adendas firmados con OAS y Odebrecht no contaron con el visto bueno del Ministerio de Economía. Estas omisiones podrían usarse en un eventual proceso de nulidad, pero no aseguran que la resolución del contrato sea rápida ni mucho menos beneficiosa para la ciudad.

La confesión de Villarán y sus cómplices asquea, más aun porque ella la ha querido revestir como un supuesto acto de sacrificio. Sobra decir que cada vez que cualquiera de nosotros pase por uno de los peajes de las Panamericanas o Línea Amarilla recordará con indignación cómo se concibieron y la cantidad de mentiras que se dijeron para justificarlos.

Pero hay que tener cuidado. Es muy fácil subirse a la ola de la ira popular y sobredimensionar las expectativas de la gente.

El momento exige mucha muñeca y cabeza fría para sentarse a negociar con los concesionarios, analizar alternativas y buscar la salida que beneficie, ahora sí, los intereses de la ciudad .

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