(Foto: Lino Chipana / El Comercio)
(Foto: Lino Chipana / El Comercio)
Angus Laurie

El viernes 22 de setiembre fue el Día Mundial sin Automóvil. En Lima, aparte de algunas iniciativas organizadas por municipalidades y grupos que promueven el uso de la bicicleta, la fecha pasó como cualquier otra. La cacofonía ocasionada por motores, alarmas, cláxones, frenos y la fricción de las llantas pasando sobre el asfalto fueron omnipresentes, como si se tratase de cualquier día en la capital.

En cambio, el domingo pasado fue un día de paz. La prohibición de movilizarse en automóvil, debido , logró transformar la ciudad completamente. Al despertar el domingo, se pudieron escuchar muchos sonidos que siempre habían estado presentes en la ciudad, pero que casi nunca se podían percibir. Sin la capa abrumadora de sonido creada por los automóviles, se podía escuchar el trino de los pájaros, las voces de las personas hablando en la calle, los niños jugando y el sonido de los televisores y las radios en las viviendas cercanas.

Sabemos que el ruido del tráfico propicia hipertensión, estrés y depresión en la sociedad. En cambio, el día del censo fue pacífico –como si se tratase de unas vacaciones dentro de la propia ciudad–. Se abrió una ventana hacia tiempos pasados cuando las tradiciones culturales todavía eran más importantes que el actual consumismo, y cuando las tiendas y los negocios cerraban un día cada semana. Esa tradición aún se honra en algunas ciudades como Viena.

Más allá de la nostalgia por tiempos pasados, el día del censo nos ha revelado el impacto que tiene el sonido en la calidad de vida y en la percepción de la ciudad misma. También, la calidad del paisaje sonoro de este día puede ser tomado como un reto hacia el futuro. Aunque no tendremos otro día tan pacífico hasta el próximo censo, hay varias estrategias que podrían ayudar a reducir los impactos negativos del ruido en la ciudad.

Por ejemplo, Lima puede seguir el modelo de Katmandú, Nepal, que prohibió el uso de los cláxones hace seis meses, reduciendo en gran medida los niveles de ruido. Incluso, asumiendo que el statu quo continúe, Lima será más tranquila en el largo plazo cuando los carros con motores de combustión interna vayan desapareciendo de las calles. Atendiendo nuevas políticas que proponen prohibir la venta de autos que queman combustible, en diferentes países, Volvo ha anunciado que a partir del 2019 todos sus modelos serán eléctricos o híbridos. Más empresas probablemente seguirán esa iniciativa.

A pesar de ser una estrategia para reducir las emisiones de carbono, los vehículos híbridos y eléctricos casi no generan ruido bajo velocidades de 20 kilómetros por hora. Al final, puede ser que su producción masiva logre hacer de Lima una ciudad un poco más habitable.

LEE TAMBIÉN...

Contenido sugerido

Contenido GEC