Chapa tu bate y deja paralítico al choro, por Pedro Ortiz Bisso
Chapa tu bate y deja paralítico al choro, por Pedro Ortiz Bisso
Pedro Ortiz Bisso

La capacidad de los vendedores callejeros para satisfacer nuestras necesidades  –o de generarlas– es deslumbrante. Allí donde hay sed, aparecen con agua o gaseosas; si falta un desayuno rápido, la carretilla hace magia con emoliente y pan con tortilla; ofrecen galletas para engañar el hambre, café o cigarrillos para aplacar el frío; flores para contentar a la novia y cientos de etcéteras más.

En esta suerte de economía de la sobrevivencia y el sentido de la oportunidad, el ingenio es un rasgo primordial. Dos ejemplos imborrables: el flaco ponte en forma, precursor de la corriente de vida sana, cuyos frenéticos saltos con soga en la plaza Grau lo convirtieron en símbolo de la Lima emprendedora y en personaje de una publicidad de galletas. Y, cómo olvidarlos, los que hicieron su agosto vendiendo barbas de Pavarotti, la noche en que el tenor de Módena cantó “Vesti la Giuba” en el Jockey Club y agradeció al pueblo chileno por su cariñosa acogida.

Los productos que se encuentran en la calle no dejan de sorprender. Uno de los últimos, sin embargo, parece algo extravagante para nuestra Lima futbolera: bates de béisbol. Aunque existe un grupo importante  y organizado de cultores de ese deporte, no es una actividad masiva. Por eso resulta extraño que forme parte del abanico de ofertas de los vendedores en los semáforos. En la esquina de Castilla y República de Panamá, entre saltimbanquis y golosineros, ya llevan varias semanas ofreciéndolos.

¿Existe alguna fiebre repentina por el béisbol en la ciudad? ¿Ha aparecido algún émulo de los míticos Babe Ruth, Mickey Mantle o los Chicago Cubs han abierto una sucursal en alguna avenida surcana?

Hace un par de semanas, “La noticia rebelde” dio cuenta  de las primeras víctimas inocentes de la campaña “Chapa tu choro”. Un grupo de vecinos de Tablada de Lurín masacró a una pareja de muchachos que se dirigían a jugar fulbito en una cancha cercana. ¿Su delito? Caminar por una zona en la que acababa de ocurrir un asalto.

Los chicos fueron confundidos con los ladrones y, aunque intentaron huir, fueron capturados rápidamente. Los desnudaron y golpearon a mansalva. Entre las imágenes que propaló el programa, se ve a uno de sus atacantes empuñando un bate de béisbol. Sí, un bate.

La campaña “Chapa tu choro” es una iniciativa funesta porque entroniza el ojo por ojo e iguala moralmente a la víctima con el victimario al destruir el sentido de justicia y respeto a la ley. Además, maximiza la posibilidad del error al convertir a sus gestores en justicieros ‘multitasking’:  son jueces, fiscales, policías y verdugos a la vez.

Aunque para golpear a alguien no se requiere de demasiada sofisticación –un palo de escoba basta y sobra–, no deja de sorprender que estas ‘brigadas’ utilicen bates como armas de ataque.

¿Pura coincidencia o es que nuestros vendedores callejeros, con ese finísimo sentido de la oportunidad que los caracteriza, han encontrado ya un nuevo nicho de negocio?
Sería nefasto.

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