El cierre del “Times” y la chica Badabún, por Pedro Ortiz Bisso
El cierre del “Times” y la chica Badabún, por Pedro Ortiz Bisso
Pedro Ortiz Bisso

Mientras un sector del local alarga su agonía intentando sumar lectores con historias sobre reptilianos o los avatares de la chica Badabún, el “” acaba de darle muerte a su versión en español, uno de los proyectos periodísticos que más entusiasmo despertaba por la calidad de su propuesta.


Sus fieles lectores, que encontraban en sus crónicas y artículos de opinión la hondura y variedad cada vez más difícil de hallar en la oferta informativa de sus países, han reaccionado con una mezcla de pesar e incredulidad.

Las redes se repletaron de compungidos mensajes lamentando el fin de lo que el propio “Times” ha llamado un “experimento”, que a pesar del gran número de lectores que atrajo careció de un sustento financiero que lo hiciera viable.

Fue una “decisión corporativa”, señaló la periodista Paulina Chavira, integrante del fenecido equipo, en un mensaje a través de Twitter. Elías Chávez, quien encabezó el proyecto cuando se inició, hace tres años, explicó que detrás del mismo no hubo una estrategia que permitiera monetizar los lectores que atrajeron.

Y es ese, finalmente, el fondo del asunto. En tiempos en que la circulación de los medios impresos decrece y los ingresos por publicidad –impresa y digital– no resultan suficientes para su sostenibilidad, cualquier emprendimiento requiere de una estrategia que genere ingresos para hacerlo viable.

El problema no es solo de los medios impresos. El ‘streaming’ lleva tiempo haciendo estragos en el cable y la televisión tradicional, mientras que las redes sociales, los podcasts y las aplicaciones hacen lo propio con la radio.

Por todo ello, no deja de sorprender que el “Times” en español haya carecido de una planificación que lo hiciera sostenible, más aún con el éxito que ha tenido su versión en inglés frente al desafío digital.

Desde la asunción de Trump, su número de suscriptores ha aumentado exponencialmente. El año pasado sus ingresos alcanzaron los US$1.748 millones (4,4% más que en el 2017), US$709 millones de los cuales provinieron del negocio digital, señala el periodista Ismael Nafria, quien ha hecho de la ‘dama gris’ un objeto de estudio.

Pero más allá de que no hubiera un plan detrás, el público de la versión en inglés no es el mismo de la versión en español. ¿Cuál es la fórmula exacta, entonces? Nadie la conoce aún.

Lo que queda claro, a partir de la propia experiencia del “Times” y de otros casos de éxito, es que el futuro del periodismo no está en elucubrar las razones por las que el ‘guerrerito’ de turno dejó de seguir en Instagram a un ‘combatiente’.

El periodismo sobrevivirá solo con buen periodismo. Pero sin una estrategia en la cual los usuarios reconozcan el valor que permite producirlo, los esfuerzos serán infructuosos.

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