Una ciudad mejor es posible: Capeco, por Ruiz de Somocurcio
Una ciudad mejor es posible: Capeco, por Ruiz de Somocurcio
Jorge Ruiz de Somocurcio

“Existe una percepción extendida en nuestro país de que la inversión inmobiliaria es depredadora” dice Capeco en su libro “La fórmula para una mejor ciudad”, que se presentará el próximo martes 18. Me han invitado como comentarista, en lo que parece ser el lanzamiento de una nueva etapa en su vida institucional, de la que este libro forma parte. Lo cierto es que el sector construcción ha estado acompañado de una leyenda negra por su indiferencia a las necesidades de la ciudad –que le han prodigado grandes ganancias a sus miembros– así como por utilizar, en ocasiones, prácticas vedadas para obtener contratos.

En los últimos 10 años, desde el ‘boom’ inmobiliario, los constructores han obtenido millonarias ganancias. Cierto que no todos los constructores están en la institución y hay muchos aventureros que han pescado a río revuelto y dejado clientes estafados  en el camino. Lo real es que ni las grandes constructoras han evidenciado sensibilidad ante las necesidades de una ciudad que se ha ido saturando de las externalidades de la vorágine constructiva.

En el ánimo de desdemonizar esa aura, nació en el 2011 la iniciativa Una Mejor Ciudad es Posible bajo el liderazgo de Walter Piazza y que, en realidad, es el ingreso del gremio de los constructores al terreno de la responsabilidad social, aportando ideas y buenas prácticas para generar mejores ciudades.

Para elaborar el nuevo llamado de conciencia, que será presentado la semana entrante, Capeco designó un consejo permanente que preparó un libro, el cual traduce esa nueva voluntad de la institución de relacionarse con la ciudad. El libro identifica 5 áreas de participación: la gente, la infraestructura, el equipamiento, la gestión y la vivienda. En ellas pone de manifiesto el interés desplegado por Capeco, en un momento en el cual la cultura edificatoria entendía (y entiende) la planificación como un estorbo.

Se reivindica hoy la importancia del plan urbano como “principal instrumento de municipios para generar una mejor ciudad” y lamenta que la mayoría de ciudades “no tengan planes consistentes con nuevos retos urbanos”. Esta visión es un cambio radical.

El libro recoge los desafíos de los déficits que tiene Lima en cada uno de los temas estudiados, registra ejemplos de buenas prácticas y propone alternativas para enfrentar las demandas de la metrópoli.

Sin embargo, hablar de una fórmula para la ciudad es un poco pretencioso. Todas las ciudades son diferentes por su gente, cultura y pasado. Podría haber  semejanzas en las condiciones a cumplir para garantizar actuaciones exitosas.

La pregunta del millón es: ¿Después del libro, qué viene? Propongo que Capeco comprometa su participación en la puesta en marcha de sus propuestas. En algunos distritos piloto se podría aplicar el sueño de una ciudad mejor como guía durante todo un período municipal. ¿Manos a la obra?

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