Mathías Panizo Arana

Al caer las noches en Huamanga, Hernán Asto prendía las velas para iluminar su casa y continuar sus estudios escolares. En su pueblo, la electricidad era tan solo un sueño distante, como lo corroboró el tiempo. En ese entonces, Asto era tan solo un niño, pero su ingenio vivía entre las sombras danzantes del fuego que alumbraba su hogar. Desde chico demostró su curiosidad y sus capacidades para la creación y la innovación.

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