"Érase un puente solidario y amarillo", por Pedro Ortiz
"Érase un puente solidario y amarillo", por Pedro Ortiz
Pedro Ortiz Bisso

Una crecida del causó que, en marzo del 2013, se resquebrajara el puente Bella Unión y tuviera que ser cerrado. Para restablecer el paso entre el Cercado y San Martín de Porres, se instaló un paso provisional que un año después seguía funcionando, sin señales de que fuera a ser reemplazado.

A la alcaldesa Susana Villarán le dijeron de todo.
Entre el apabullante ‘bullying’, dos conocidas voces emergieron con los índices acusadores: Armando Molina (¿lo recuerdan? Solía aparecer en los noticieros matutinos iniciando su participación con la frase “Por encargo del alcalde de Lima...”) y Patricia Juárez.

El primero la acusó de no haber tomado en cuenta las alertas que le dio la administración Castañeda antes de dejar el cargo. La actual teniente alcaldesa la responsabilizó por haber cerrado el departamento de mantenimiento de puentes creado en la gestión de Solidaridad Nacional.

El señor Molina dijo en “Correo” [27/3/14] que reemplazar el puente no debía demorar más de noventa días. Sí, eso dijo: noventa días. Treinta para elaborar el expediente técnico y sesenta para su instalación.

El puente Bella Unión aún no termina de construirse. Pese a las promesas del señor Castañeda, las obras recién empezaron a mediados del año pasado y se espera –crucemos los dedos– que estén concluidas en diciembre.

El último jueves se cayó un puente. 
Se llamaba Solidaridad, ingenioso nombre suponemos inspirado en ese acerado valor que ha caracterizado a los peruanos desde tiempos inmemoriales y no en el partido del alcalde. Porque poner el nombre de un movimiento político a una obra que es de todos sería muy burdo, ¿no les parece? 

El puente peatonal, que unía San Juan de Lurigancho y El Agustino, fue inaugurado en setiembre del 2010 por el señor Castañeda durante su segunda administración. 
Hace dos días, el caudal del río socavó una de sus estructuras y se vino abajo. “La ingeniería tiene un límite que siempre es superada por la naturaleza”, dijo el alcalde de Lima.

¿Pero por qué aquello que antes se le achacaba a la irresponsabilidad municipal ahora debe atribuírsele solo a la naturaleza?

Para el arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos, quien trabajó con Villarán, el problema fue su diseño. En “Perú 21”, explicó que un extremo del puente se apoyaba en un suelo “pésimo, que era de relleno”.

El geólogo Enrique Guadalupe criticó también su diseño. “Si hago un puente, lo primero que debo ver son las bases y sus estribos, y no tenía ningún tipo de defensa”, señaló en RPP Noticias.

¿Qué pasó, entonces, con el llamado “gran gestor” que estaba al mando de nuestra ciudad?
Al mejor alcalde de todos los tiempos también se lo llevó el río.

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