Gobernanza fragmentada, por Angus Laurie
Gobernanza fragmentada, por Angus Laurie
Angus Laurie

En los años 90 había en Londres graves problemas de coordinación entre las 33 municipalidades y más de 100 autoridades que compartían la gestión de la ciudad. Ello debido a la abolición por parte de Margaret Thatcher, en 1986, del Concejo Metropolitano de Londres, equivalente a la Municipalidad de Lima.

En el 2000, el primer ministro Tony Blair creó un nuevo gobierno metropolitano (Greater London Authority). Con el nuevo modelo, el alcalde se convirtió en el ejecutivo encargado del desarrollo de la ciudad, así como de la policía, el transporte público, el servicio de taxis y la gestión del tráfico vehicular. Además, se le otorgó la potestad para aprobar o desaprobar proyectos privados en todos los distritos. En paralelo, se formó un concejo municipal, sin poderes ejecutivos, pero con la responsabilidad de control del sistema.

Desde entonces se implementó la “zona del cobro” por congestión, con lo cual esta se redujo y se obtuvieron ingresos por más de US$200 millones anuales. Asimismo, se organizaron los Juegos Olímpicos para el 2012; se redujeron los retrasos en el metro en un 30%; los tiempos de viaje en bus disminuyeron en un 20%; se aumentó el uso de la bicicleta en un 100%; y se redujo el número de fatalidades de tráfico al nivel más bajo en su historia.

En Lima, estos logros parecen una tarea de Sísifo, personaje mitológico cuyo castigo era llevar una piedra hasta la cima de una montaña. Nosotros miramos con admiración cuando la municipalidad de Bogotá gana el León de Oro por sus logros urbanos, o cuando Medellín pasa de ser una de las ciudades más peligrosas a “la ciudad más innovadora del mundo”, según “The Wall Street Journal” (2013).

Como lo explica la nota del 4 de octubre del periodista Fernando Alayo, publicada en El Comercio, el sistema de gobernanza en Lima está tan fragmentado que la ciudad resulta ingobernable. Las competencias para las decisiones en transporte, planeamiento, fiscalización y gestión están compartidas verticalmente entre el poder central, la región y el distrito y horizontalmente entre Lima y el Callao. Además, los presupuestos están divididos y ninguna municipalidad puede hacer una inversión significativa para la ciudad.

El Perú ha caído en el Ránking de Competitividad Mundial del Foro Económico Mundial. En el mundo globalizado en el que vivimos, las ciudades compiten aspirando atraer a personas capacitadas y creativas, así como a empresas. Lima compite con ciudades como Bogotá o Santiago. Justamente la competitividad depende, entre otras cosas, del estándar de calidad de vida, la seguridad, la calidad ambiental y la provisión de infraestructura, factores que dependen de nuestro sistema de gobernanza.

Las próximas elecciones presidenciales serán en seis meses. Es el momento para debatir sobre cómo redefinir la estructura de gobernanza en Lima. El ejemplo de Londres muestra que con una reforma apropiada una ciudad con muchas municipalidades distritales puede ser eficiente si hay una cabeza que está claramente encargada del planeamiento estratégico. Solo con una estructura de gobernanza urbana eficaz, Lima tendrá las herramientas de gestión para estar en la carrera.

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