"Gran oportunidad para el periodismo", por Pedro Ortiz Bisso
"Gran oportunidad para el periodismo", por Pedro Ortiz Bisso
Pedro Ortiz Bisso


A pesar de su retórica violentista y populachera, Donald Trump parece haberle hecho más bien que daño al periodismo, desde hace varios años en crisis porque tanto los periodistas como las empresas periodísticas se olvidaron de lo esencial, es decir, hacer periodismo.

No haber podido decodificar las nuevas expectativas del público y su apasionado enamoramiento con el ‘clickbait’ carcomieron el oficio y minaron su credibilidad.
El triunfo del candidato republicano disparó las suscripciones de los principales diarios estadounidenses. Según National Public Radio, 18 días después de la elección, “The New York Times” sumó 138.000 nuevos suscriptores; “The Wall Street Journal” y “Los Angeles Times” también crecieron. 

Una demoledora crítica gastronómica en “Vanity fair” contra Trump Grill, el restaurante ubicado en la Trump Tower de Nueva York, originó un desbocado tuit del entonces presidente electo. ¿Cómo respondió el público? Con 80.000 nuevas suscripciones hacia la revista.

Pero no son reacciones hepáticas. En pleno auge de la posverdad, un considerable número de personas quiere saber qué diablos está pasando en su barrio, su ciudad, su país, en el mundo. 

Los medios han entendido que no hicieron las cosas bien y han ofrecido mejorar sus coberturas y afianzar sus equipos de investigación. La mira no solo está en el ámbito gubernamental, sino también sobre ese gran público que miraron por encima del hombro y que encontró en Trump la manera de canalizar su desesperanza (que la candidata al Óscar “Nada que perder” retrata con aspereza y maestría). 

A la cabeza de estos cambios se encuentra “The Washington Post”, dueño de dos soportes que hacen la diferencia: Marty Baron, el impulsor de la investigación contra los abusos de la Iglesia Católica desde “The Boston Globe”, a quien muchos consideran el mejor director del mundo. El otro es Jeff Bezos, el dueño de Amazon que compró la histórica cabecera a la familia Graham y que el año pasado anunció una inversión de US$50 millones, que incluye la contratación de más periodistas.

El terremoto que vive el país por el escándalo Odebrecht da la impresión de ser aún un temblorcito que en nada se parecerá al cataclismo que sus principales revelaciones traerán.

Esta es una estupenda ocasión para que el periodismo peruano recupere su credibilidad.  ¿Cómo? Simple: haciendo periodismo.  

El reporteo tiene que dejar de ser una palabra prohibida en algunas redacciones. El periodismo se hace en la calle, no en las redacciones. Se necesita afianzar el trabajo de las unidades de investigación y utilizar las variadas y extraordinarias herramientas que la tecnología brinda.

En suma, volver a ponerse en los zapatos del lector.

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