La gran puerta de entrada para Lima, por Raúl Castro
La gran puerta de entrada para Lima, por Raúl Castro
Redacción EC

En el MALI (Museo de Arte de Lima) buscan un nuevo coordinador de programas educativos. Nada de extraordinario tendría este anuncio si es que no se sabe el contexto en el que se realiza: la pronta reapertura de su esperada exposición permanente, la que contiene sin duda el más rico acervo de arte peruano de todos los tiempos.

De lo precolombino a la pintura y escultura contemporánea. De la platería colonial a los óleos costumbristas e indigenistas de los siglos XIX y XX, el MALI proyecta tener listo en el mes de julio un espacio de 4.500 m2 en el que turistas locales y extranjeros, y sobre todo, escolares y universitarios de nuestro medio, accederán a programas altamente ilustrativos sobre nuestra historia. 

Así, tal y como se da en las principales capitales, la ciudad podrá gozar finalmente de un vívido relato sobre nuestra vida en común en el que los limeños podremos reconocernos, gracias a la puesta en valor  –en un solo escenario– de sus más inspiradas obras artísticas.

Una amenaza se cierne, sin embargo, sobre este cuadro: el alquiler sin orden ni concierto de espacios que el Parque de la Exposición, en el que está alojado el museo, brinda actualmente para uso de particulares.

Natalia Majluf, directora del museo, da testimonio de los problemas permanentes que con esto sufren sus actividades.

Quien hoy va de paso por el parque encuentra en sus jardines, invariablemente, eventos, ferias y exhibiciones distintas, sin relación alguna con el patrimonio cultural ahí exhibido.

Se realizan matrimonios o actos corporativos, indistintamente, los que no solo impiden la libre circulación de visitantes, sino que anulan también la posibilidad de programas educativos consistentes.

El Parque de la Exposición data de 1870, cuando el presidente Balta tumbó las otrora murallas de Lima y permitió la construcción de imponentes edificios que formaron entre todos un atractivo circuito de museos por explotar.

Estas son piezas de historia monumental que por su narrativa y belleza deben rescatarse de la desidia. A ojos del visitante destacarán seguramente la Fuente China, el Pabellón Morisco y un imponente Pabellón Bizantino, a los que se suman el Museo de Arte Italiano y el Museo Metropolitano de Lima.

Con estas joyas arquitectónicas dispuestas, a las que se agregará el acervo artístico de la exposición permanente mencionada, el argumento de que el alquiler comercial de sus espacios trae recursos en efectivo resulta no solo vano sino sobre todo decepcionante.

Como dice Majluf, estamos ante la oportunidad de reinventar la gran puerta de entrada a nuestro Centro Histórico.

Con la nueva administración en curso, el llamado a ser el principal circuito de museos de Lima no solo debe normar el uso de sus espacios públicos, sino también crear un producto turístico y educativo capaz de integrarse al  tradicional de iglesias y edificios coloniales.

Una ciudad milenaria como esta no solo puede sino que está llamada a sostenerse en su actividad cultural. Con ello  la renta no será solo monetaria sino sobre todo vivencial. Y ese es un beneficio que no tiene precio.

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