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El mayor deseo de las mamás de albergues es ver a sus hijos - 1
Redacción EC

LUIS SILVA NOLE / 
Redactor de Sociedad

Conviven con gente que no lleva su sangre. Enfermeras, trabajadoras sociales, geriatras, asistentes y otras personas adultas mayores, como ellas, son su compañía de cada día.

Por más buen trato que haya en la casa hogar, el albergue, el centro de atención residencial o el local geronto-geriátrico donde están hospedadas, lejos de los hijos y los nietos, y sin la pareja en la mayoría de los casos, las madres de los hospicios añoran el calor familiar.

Los pasillos de lo que la mayoría llama asilo son su universo. Imágenes de santos y fotos de sus familiares, muchos de los cuales no las han visitado en mucho tiempo, adornan los muros de sus pequeños mundos: sus habitaciones.

Su entorno está lleno de calma y de un nostálgico silencio que se rompe cada vez que estudiantes de un colegio o de una institución de educación superior llegan para alegrarlas en días previos a fechas muy especiales como el Día de la Madre, que se celebrará este domingo.

En ese contexto, las madres adultas mayores de los albergues confiesan que ver a sus hijos es una dicha incomparable. Cuando estos las visitan, ellas abren más que nunca los ojos y los acarician como a niños.

Así lo comprobó El Comercio en un recorrido por cuatro conocidos centros de atención residencial en vísperas del Día de la Madre. Las fotos que ilustran esta nota son el resultado de esa inolvidable visita.

Ahora no están en discusión las mil y una razones que llevaron a ellas y a sus familias a optar por la residencia en un centro especializado. Sin embargo, las madres albergadas coinciden en que nada reemplaza al verdadero hogar.

¿Qué desean ellas por el Día de la Madre? Obvio: a sus hijos.

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