Además de concebir un gran museo para niños y dirigir la feria anual Pukllay, la ‘miss’ Miluska Olguín viene desarrollando por más de 17 años talleres y publicaciones dirigidos a docentes aquí y fuera del país. (Hugo Pérez / El Comercio)
Además de concebir un gran museo para niños y dirigir la feria anual Pukllay, la ‘miss’ Miluska Olguín viene desarrollando por más de 17 años talleres y publicaciones dirigidos a docentes aquí y fuera del país. (Hugo Pérez / El Comercio)

A diferencia de muchos países de América Latina, el Perú no cuenta con un museo que revalore patrimonialmente el juego y el juguete tradicional. Uno amplio, imponente, educativo, interactivo. Vivo. La profesora Miluska Olguín de Hall quiere hacer algo al respecto y, mientras tanto, va de un lado a otro con una feria anual que integra, divierte y enseña en familia. En el periplo se lleva todos sus tesoros consigo.

—Usted tiene un sueño y listo el proyecto que lo puede hacer realidad. ¿Cómo surge la idea?
Sí, mi sueño es crear un museo para niños en el Perú. Todo empezó cuando me fui hace varios años a vivir a Estados Unidos, donde pude tomar contacto con los museos de allá. He recorrido más de 70. Los he filmado, he fotografiado sus propuestas e incluso entrevistado al personal. A través de las visitas he gozado como una niña, he podido observar y disfrutar de los objetos y las colecciones, tener actividades y experiencias reales. Esto me motivó a elaborar en el 2005 una propuesta llamada Warique. Para concretarla, he venido tocando puertas y visitando a muchas personas. Todos se han entusiasmado con la idea, pero aún no hay una apuesta concreta.

—¿Cómo sería el espacio?
Debería contar con ambientes para exhibir las piezas. Además de los juguetes de nuestro país y de otras partes del mundo, se podría exponer colecciones privadas. También tendría espacios amplios para jugar, con jardines y edificaciones que recreen el mundo de los cuentos. El sitio, además, serviría para albergar talleres recreativos, seminarios de actualización para profesores, apoyo de voluntarios y maestros retirados. Para que los artesanos puedan compartir allí sus enseñanzas.

—¿Qué socios necesita para concretar el proyecto?
Necesitamos personas que estén convencidas de la idea y su importancia. La empresa privada, por ejemplo. Agentes que apuesten por un plan que beneficiará a la niñez de nuestro país, mientras el juego y el juguete tradicional son revalorados eficazmente.

—A la espera de que esto cristalice, ha creado el festival itinerante del juego y el juguete tradicional Pukllay, que este año se realizará este sábado 10 en la Universidad Católica.
Sí. Este es un espacio abierto al público en el que se ofrece una variedad de shows (teatro, títeres, cuentacuentos, danzas, entre otros) y juegos tradicionales que tienen como eje la revaloración de nuestro patrimonio cultural. Esto, además, se enlaza con mi afición por coleccionar muñecas, títeres y libros-cuentos en la modalidad pop up. Digo que se enlaza porque allí los expongo. Amigos míos también prestaron sus colecciones al inicio. Uno de ellos fue Gerardo Chávez, quien posee un lindo museo en Trujillo. También Jorge Eslava, gran coleccionista de juguetes de madera, o Jorge Clarke, fanático de los soldaditos de plomo.

—El festival tiene 10 años.
Sí. En el 2007 Pukllay se concretó por el apoyo de la PUCP, pero ha ido rotando de locación. Hemos realizado ya 22 versiones. Este año lo hicimos hace muy poco en el colegio Santa Úrsula. Pasado mañana regresamos a mi alma máter.

—¿Cómo contribuye Pukllay con la sociedad?
Pukllay es un espacio de integración familiar e intergeneracional, de apuesta por la educación no formal, por el arte. En la feria, los chicos no solo juegan sino que aprenden. Con los juegos y juguetes toman conciencia de su cuerpo, de las normas, de lo que significa ganar o perder, sobre habilidades diferentes. Socializan. Vuela la imaginación. Por eso estoy convencida de que es momento de que los niños del Perú tengan su propio espacio para apoyar estas propuestas de intercambio cultural.

—¿Cómo nutre sus colecciones de muñecas, títeres y libros pop up?
Tengo una afición por muñecas de todo el mundo, por marionetas cuyos mecanismos me sorprenden y alegran y por libros-cuentos, cuyas historias me recuerdan a las que me leía mi abuela. Las tres [colecciones] se han ido nutriendo a través de cómplices que me regalan [cosas]. Y, claro, yo también consigo cuando viajo o busco cual detective en ferias, mercados o ventas de garaje, tan populares en EE.UU. Siempre salgo de esos sitios con algo. Mi esposo hace la pregunta del millón: “¿Lo quieres o lo necesitas?”. ¡Yo me río nada más!

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Ficha del entrevistado. 

Miluska Olguín de Hall, docente y coleccionista. 
​Nací en Lima. Estudié Educación en la PUCP. He incursionado en el arte y el estudio de los museos. Creé el Festival Itinerante del Juego y el Juguete Tradicional Pukllay. Tengo una colección de 600 muñecas, 120 títeres y 80 libros pop up.

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