La maniobra de Orión para no pagar reparación de caso Ivo Dutra
La maniobra de Orión para no pagar reparación de caso Ivo Dutra
Pedro Ortiz Bisso

Con Manuel Burga a punto de convertirse en inmigrante forzoso de Estados Unidos, debe ocupar el top del ránking de los más despreciados del país. Se lo ha ganado con justicia. Cada gota de sangre derramada sobre alguna pista limeña justifica su macabra popularidad.

Por eso no sorprende la última jugada de sus dueños que, aunque ajustada a la ley, resulta moralmente infame. Los deudos de Ivo Dutra, el fotógrafo que falleciera tras ser atropellado por una unidad de esa empresa el 6 de agosto del 2011, no podrán cobrar el millón de soles de reparación civil que dictaminó el juez porque Orión ya no existe.

Estrictamente aún sobrevive, pero si antes era una más de las empresas cascarón encargadas de brindar el servicio de transporte público en la ciudad, hoy es el equivalente a un logotipo sobre un papel. Un papel arrugado y sucio.

Para evitar cumplir el mandato, el año pasado Orión transfirió sus rutas y buses a un grupo llamado Holtrex y a otra empresa. Como el proceso caminó a paso de tortuga y no se hicieron los embargos correspondientes, sus propietarios tuvieron el tiempo suficiente para desmontarla y así driblear cualquier orden judicial.

Al igual que cuando no respetan un semáforo en rojo, se detienen en medio de la pista o convierten alguna avenida en un circuito de pruebas, Orión se salió con la suya otra vez. Se benefició de un sistema que premia a quien hace todo lo posible por sacarle la vuelta.

La maniobra tiene visibilidad porque Ivo Dutra se convirtió en un símbolo de la prepotencia de las empresas de transporte en Lima. ¿Pero cuántos más Ivo Dutra hay en el resto del país a la espera de justicia?

Si el servicio de transporte fuera prestado por empresas formales; en rutas establecidas con racionalidad; con choferes adiestrados adecuadamente, el caos que sufrimos a diario sobre cada centímetro de pavimento que existe en la capital sería apenas un vago recuerdo.

Imagínese por un segundo Lima sin combis ni coasters; con buses articulados que recorren las calles sin prisa, respetando las luces de los semáforos y los paraderos autorizados. Con tarifas justas, sin correteos ni ‘chinas’ de por medio, en donde se respete al peatón, se recoja a los escolares y se atienda debidamente a los adultos mayores, madres embarazadas y personas con discapacidad.

¿Idílico, no? Pues a eso íbamos con la reforma del transporte, hoy quebrada por la falta de voluntad de quienes manejan la capital. Por eso, aunque no haya más combis con el logotipo de Orión, su espíritu permanece en las calles de Lima. Está en todos lados. Sigue siendo quien maneja la ciudad.

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