(Eduardo Cavero)
(Eduardo Cavero)
Redacción EC

La historia se repite. Hace pocos meses, vimos cómo la gran mayoría de la inversión designada para la defensa contra un fenómeno de El Niño fue reasignada para otros proyectos. Estas obras pudieron haber salvado miles de viviendas y miles de millones de soles para la reconstrucción.

El proyecto para la reubicación de las personas que viven en Cantagallo, en parte debido a la vulnerabilidad de sus viviendas, fue cancelado y los fondos fueron reasignados para construir un ‘by-pass’ en la avenida 28 de Julio. Este proyecto pudo evitar el incendio que resultó en la pérdida de 436 viviendas el año pasado.

El incendio de Las Malvinas, tal como lo sucedido en Cantagallo, ha puesto otra vez en evidencia la importancia del rol de los bomberos en la protección de los ciudadanos de nuestra cada vez más extensa y densa ciudad de Lima.

Esta semana, según un reportaje de El Comercio, ha habido tres proyectos, cada uno valorizado en S/9,5 millones, aprobados por la última gestión de la Municipalidad Metropolitana de Lima para mejorar la infraestructura de tres estaciones de bomberos en el Cercado de Lima. Al final, dos de los procesos fueron deshabilitados y el otro no ha sido cumplido. Quizás esta inversión pudo haber permitido que los bomberos respondieran al incendio de Las Malvinas de una manera más inmediata, posiblemente salvando a algunas de las personas que murieron.

Seguimos cometiendo los mismos errores, en parte porque las obras de prevención no encajan bien dentro de un sistema político que, por su diseño institucional, solamente prioriza las obras de corto plazo. Como dijo el artista que nos representó en la última bienal de Venecia, Juan Javier Salazar, somos un “país del mañana”. Es en este contexto donde los gastos de prevención, en infraestructura o en educación pueden esperar para la próxima gestión. Cada sol no gastado en prevención parece ser un ahorro hasta que viene un desastre –como sería el caso de alguien que no toma sus vacunas para ahorrar dinero–.

A pesar de que hay casos como en el distrito de Miraflores, donde la municipalidad ha invertido US$1,5 millones en un nuevo camión, o en el de San Isidro, que tiene un proyecto para reubicar la Compañía 100, dado que ahora se ubica sobre relleno sanitario –quizás el lugar más vulnerable a un sismo a nivel distrital–, no deberíamos celebrar estas acciones. No puede ser la excepción que los bomberos tengan el equipamiento necesario para trabajar. No puede ser la excepción que una estación de bomberos esté sobre buen suelo, apto para el peso de sus equipamientos.

LEE TAMBIÉN...

Contenido sugerido

Contenido GEC