Entre los cuentos más célebres de Abraham Valdelomar están “El Caballero Carmelo” y “El hipocampo de oro”.
Entre los cuentos más célebres de Abraham Valdelomar están “El Caballero Carmelo” y “El hipocampo de oro”.
Héctor López Martínez

Hoy se conmemora el centenario de la muerte, trágica y prematura, de , uno de los escritores peruanos más importantes y leídos del siglo XX. Su obra, brillante, extensa y variada, la plasmó mayoritariamente en diarios y revistas. En El Comercio, el Conde de Lemos, seudónimo de Valdelomar, publicó muy poco. Es posible que haya cometido alguna omisión, pero solo he ubicado dos artículos suyos, ambos de 1919. El primero se titula “Denuncio un crimen horrendo” y apareció el 30 de enero. El día anterior, el decano de la prensa nacional había publicado una información relatando el dramático naufragio de la barca Euskalduna, que debía transportar 14.000 sacos de azúcar desde Eten hasta Buenos Aires. Valdelomar quedó impactado por las escenas de horror, muerte, locura y antropofagia causadas por la codicia y total insensibilidad de los armadores de una embarcación vieja y maltrecha a todas luces sin capacidad de realizar tan larga singladura. Valdelomar los condena duramente: “¡Malditos sean los que por unas cuantas monedas sacrifican la vida de los inocentes! ¡Malditos sean los que hacen su fortuna con las lágrimas de los demás!”.

El segundo artículo, que reproducimos en esta página, fue el último que escribió Valdelomar, salvo prueba en contrario, y requiere una corta explicación. Desde 1915 Abraham Valdelomar mantenía una cordial relación contractual con el diario “La Prensa”. En enero de 1918, Valdelomar tuvo un rudo altercado con Glicerio Tassara, director de ese medio, donde no publicó más. En abril del año mencionado, Valdelomar inició una serie de viajes por el país dictando conferencias en ciudades del norte. Trató en ellas, con selecto lenguaje y ferviente entusiasmo, sobre temas estéticos, históricos, literarios y cívicos, abogando siempre por mejoras económicas para los obreros y gentes necesitadas. Concluido el largo y exitoso periplo, el escritor regresó a Lima en diciembre.

A principios de febrero de 1919, Valdelomar zarpó del Callao con destino a Mollendo, desde donde se desplazó por Moquegua, Arequipa, Puno y Cusco, nuevamente dictando conferencias. En julio, regresó a su natal Pisco y permaneció en Ica hasta agosto. Durante todo este tiempo, no publicó nada en Lima. El 24 de agosto, Abraham Valdelomar fue elegido diputado regional por Pisco. Volvió a la capital en setiembre, “el mes enemigo”, y poco después, en el Ferrocarril Central, viajó a Huancayo, donde arribó el 22 de octubre para proseguir a la ciudad de Ayacucho, donde el día 29 se instaló el Congreso Regional del Centro, del cual fue elegido secretario.

El 1 de noviembre, en el hotel Bolognesi, su hospedaje, sufrió un fatal accidente. Cayó de una escalera de tres metros de altura lesionándose gravemente la médula espinal y los pulmones. Entre terribles dolores falleció el 3 de noviembre a las dos en punto de la tarde. El artículo adjunto lo entregó Valdelomar a su fraterno amigo Félix del Valle, jefe de la página semanal Arte y Letras de El Comercio y apareció el 19 de octubre del aciago 1919. En él, Valdelomar describe con inmensa ternura y amor el cielo y la tierra pisqueñas. Relata también su partida de Lima dos años antes para peregrinar morosamente por la costa y la sierra de nuestro país disfrutando de su paisaje y de las costumbres y calidez de sus pobladores. En esta fecha tan señalada en que se cumplen cien años de la desaparición de Abraham Valdelomar, El Comercio rinde homenaje al gran hombre de letras que honró sus páginas y “navegó siempre por el océano tan escasamente explorado del buen gusto”.

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