(Foto: El Comercio)
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Oscar Paz Campuzano

En la política como en el fútbol, desmarcarse del adversario a veces requiere más de habilidad que de fuerza. Los movimientos inesperados, capaces de sorprender al contrincante, casi siempre terminan poniendo al jugador [o al político] en una posición inmejorable para anotar. Son esas maniobras las que, además, te aseguran la simpatía del respetable.

Y, por lo visto, considera que desmarcarse [del estilo de su impopular antecesor] es fundamental.


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En sus primeros 12 días en el cargo, el nuevo alcalde de la caótica Lima no se ha quedado mudo. Su disposición a responder preguntas no siempre cómodas ya es un cambio notorio.

No le ha corrido a los micrófonos, se ha paseado por los sets de televisión y, si algún reportero lo abordó con la grabadora prendida, Muñoz no le ha negado declaraciones.

Más bien, en medio de esta suerte de romance con el vecino limeño, Muñoz anda con la lengua húmeda para soltar algunos cuantos dardos, sin perder la mesura, pero tampoco la puntería.

En estos días de instalación ha dicho por ejemplo: “No había ni siquiera un teléfono en el despacho del alcalde. Encontré una computadora viejísima”.

A la sutil insinuación de haber llegado a una caverna [en vez de a una oficina del siglo XXI], Muñoz ha agregado otras afirmaciones que desnudan su preocupación por el espacio que, a su entender, debe limpiar. “No [se] va a barrer para poner las cosas debajo de la alfombra”.

Y aunque tender puentes de diálogo y cooperación con los alcaldes distritales y el Ejecutivo ha sido central en su discurso, es claro que no todos los puentes gozan de su simpatía y aprobación. Por ejemplo, los que Castañeda ordenó construir sobre la Vía Expresa.

“Hay que poner el ojo a los puentes de la Vía Expresa […] Tenemos sospechas de que los arcos no están bien hechos [...] Si tenemos falla estructural, eso es algo que se puede caer en cualquier momento”, dijo Muñoz y contó que sus técnicos revisan cada detalle.

¿La evaluación incluye la tonalidad de los arcos? Puede que sí. Ese amarillo con el que Castañeda pintarrajeó cada rincón de la ciudad, desde los murales artísticos del centro hasta los arcos en cuestión, no debe ser el color predilecto de Muñoz. Las redes sociales y la web de la comuna llevan desde el 1 de enero del 2019 el verde esmeralda.

—Coge el timón —
No lo sabemos, pero quizá fue el mismo Castañeda el que –sin querer– le dio a su sucesor la idea de ir en bicicleta en su primer día de trabajo.

Unos días antes, la gestión saliente inauguró en la Av. Argentina una ciclovía que se interrumpe por decenas de postes. Llovieron las críticas y obligaron al municipio aún con Castañeda a la cabeza a decir que esos obstáculos serían retirados en las siguientes semanas.

Y tres días después, el 2 de enero del 2018, Muñoz madrugó para ir en bicicleta desde su casa en Miraflores hasta el palacio municipal. Lo acompañaron Sandro Beleván y Franco Ceruti, dos amigos con los que suele hacer deporte. En el trayecto lo siguieron, además, reporteros y policías motorizados. Los uniformados cuidaron que nadie le cerrara el paso al alcalde.

Ya sin esos privilegios que le confiere ser el nuevo burgomaestre de Lima, el domingo 6 de enero, por la tarde, sin prensa ni escolta, Muñoz volvió a pedalear junto a Sandro y Franco. Recorrían el malecón de la Costa Verde que Castañeda inauguró en una de sus últimas noches como alcalde cuando vieron una patrulla estacionada sin pudor en la ciclovía.

Esta es la versión de Muñoz: “Me bajé [de la bicicleta], les llamé la atención, les dije que salgan de la ciclovía. El policía al principio no me reconoció, presumo porque yo estaba con casco y anteojos. Pero cuando tomó conciencia de la situación, el policía se ruborizó muchísimo. Pidió muchas disculpas. Alguien, que yo no sé quién es, tomó una fotografía y la publicó”.

Usar el Metropolitano el mismo día que iba a jurar como alcalde fue otro de sus gestos. Luis Castañeda terminó su período luchando para evitar un alza en el pasaje y en muy malos términos con los operadores. Muñoz viene diciendo, desde que ganó la elección, que busca salidas a esa crisis.

Sepa más

► “No más silencio cómplice ni tolerancia a la corrupción. El municipio es de ustedes, vecinos de Lima”, dijo días atrás el alcalde.
► Una de las primeras apariciones de Muñoz al mando de Lima fue junto al presidente Vizcarra. Ambos se comprometieron a trabajar juntos para ordenar el tránsito.

–Músculo y no grasa–
El último jueves, en su primera sesión de concejo, Muñoz volvió a marcar distancia del hermetismo que caracterizó a los últimos cuatro años de gobierno municipal: la sesión se transmitió a través de las redes sociales de la comuna y él la dirigió de principio a fin.

Pero aunque sus gestos han sido elocuentes, en estos primeros días Muñoz ha debido convivir con la herencia de Castañeda. Esta semana, el ex regidor Hernán Núñez publicó en Twitter que Elvira Moscoso, la gerenta de Transporte Urbano de Castañeda, seguía firmando resoluciones municipales en la nueva gestión. Casi en paralelo llegaba la designación del nuevo funcionario.

Núñez dice que, según sus fuentes, muchos funcionarios de Solidaridad Nacional siguen despachando. Hasta el cierre de esta edición la nueva gestión no había hecho pública la lista completa de sus gerentes y subgerentes.

Se lo preguntamos a Jorge Muñoz:

—¿Su equipo de funcionarios aún no está compacto?
Tengo un equipo compacto, pero a algunos funcionarios CAS (contrato administrativo de servicio) se les ha renovado por un mes. Instalarnos tomará unas semanas.

—En la sesión de concejo usted deslizó la posibilidad de cerrar la Caja Metropolitana...
En una entidad tan grande como la Municipalidad de Lima hay que buscar músculo, no grasa.

—¿Cree usted que la Caja Metropolitana engorda al municipio?
Su historia ha sido de poco aporte. Hay que evaluar su utilidad. Si no es útil, de repente su futuro es prescindir de ella.

—En la sesión también se habló de los hospitales de la solidaridad.
Tienen una base importante que no se puede desconocer, pero hay que transformarlos. ¿Qué hacen? Reciben pacientes, diagnostican y los derivan. Ahí acabó la historia. No hay tratamiento ni seguimiento. Deben repotenciarse.

–¿Y ya tiene teléfono en su despacho?
Ya hay uno. La oficina ya tiene otros aires y hay que mirar hacia adelante.

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