(Video: El Comercio)
Yasmin Rosas

¿Qué es la belleza?, le preguntamos a Margot, una mujer de 65 años que se dedica al reciclaje y ocasionalmente a picar piedras en el distrito de . “Para mí es cuando alguien se ve en el espejo y se gusta”, dice después de un breve momento de reflexión.

La noche del lunes 13 de mayo, luego de mucho tiempo, Margot se sintió bella. Por primera vez en semanas se cortó las puntas de sus cabellos, y, por primera vez en toda su vida se animó a hacerse el cerquillo. La ocasión también se aprovechó para que le pinten las uñas de las manos con la promesa de tener cuidado durante sus largas jornadas recogiendo plásticos y cartones en el .


“Yo conozco el Centro como si fuera mi casa, de palmo a palmo. Hace muchos años trabajé limpiando las calles. Todo estaba bien, pero un carro me atropelló. Recuerdo que la me botó por faltar mucho y desde entonces me la busco como puedo”, dice la mujer.

Con sus dos oficios, Margot consigue el dinero suficiente para poder movilizarse y sobre todo, comer. Cuando el trabajo como recicladora no va bien, ella tiene que picar piedras y muestra de ello son sus manos ásperas y las heridas que tiene en sus brazos, piernas y pies.

(Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)
(Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)

Los hijos de Margot, no nos dijo cuántos, tomaron cada quien su rumbo y ella vive de lo que le puede ofrecer uno de sus nietos. “Tengo que batallar”, dice con frecuencia.

Aquel lunes, la jornada de Margot y la de algunas otras personas que trabajan o viven en las calles fue diferente. Estilistas y voluntarios del colectivo Espejo Social llegaron hasta la plazuela de Santo Domingo, en el cruce de los jirones Conde de Superunda y Camaná, en el y los atendieron a todos.

Hombres y mujeres de todas las edades se sentaron en la plaza y ayudaron a improvisar el salón de belleza. Varios de ellos dieron indicaciones para el corte ideal y algunos otros solo se sentaron y se dejaron llevar por la buena conversación y la amabilidad de los chicos de Espejo Social, quienes llevan unos cuatro años haciendo esta noble labor.

(Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)
(Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)

—Manos de tijera—
Espejo Social es un colectivo que se formó por iniciativa de Percy Azabache, un estilista de 26 años, que siempre se preocupó por hacer llegar el arte de sus manos a los más desprotegidos. Él junto a sus amigas Célice y Karen hicieron los primeros recorridos en el Cercado de Lima y buscaron la forma de llegar los más vulnerables.

Hoy, con Espejo Social otros más se han sumado a la labor. El grupo busca salir una o dos veces al mes y no solo se avoca en personas que viven en las calles, sino también visitan albergues de adultos mayores o niños con habilidades especiales. Entre cortes de cabello, peinados y largas jornadas de pintado de uñas, juegan, conversan y ríen. “Les hacemos olvidar lo dura que puede ser a veces la vida”,explica una de las voluntarias.

¿Por qué lo haces?, le preguntamos a Percy y él, rápidamente respondió con otra pregunta. ¿Por qué no?, dijo. “El hecho de acercarte a alguien y decirle: ‘quiero conversar contigo y te ofrezco esto [el corte de cabello] totalmente gratis’, es reconfortante. ¿Qué gano?, que la gente cuando vengo al centro de Lima me salude y me conozca”, agrega.

Con el paso del tiempo, Espejo Social desarrolló algunas técnicas para poder acercarse a las personas en las calles e intentar establecer un vínculo con ellos. “No solo es sentarte y cortarles el cabello, es intentar conversar y dejar algo de ello en ti y viceversa. Es cuestión de aprender y desprenderse”, explica una voluntaria que ya tiene más de 10 salidas con los chicos.

(Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)
(Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)

Así como Margot, Justo de 73 años también se animó a que le corten el cabello y le arreglen la barba. “Está disparejo, a veces intento sacarme [la barba] yo y lo hago mal. El cabello para la izquierda y con un toque ovalado”, dice en tono de crítica consigo mismo y de indicación para la persona que lo va a atender.

Él también vive en Carbayllo, en la casa de un familiar que lo acoge. A pesar de ello, anda con su saco marrón de siempre, su bastón de fierro y una bolsa amarilla con un poco de ropa. “No tengo hijos y si los tengo ellos están a su suerte, vivo de lo que me da un primo mío. Ando por aquí y por allá, no se preocupe que se cómo llegar, voy a tomar el carro acá no más en Acho”, nos cuenta.

(Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)
(Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)

Aquel lunes no solo hubo cambios de apariencia. Aquel lunes también se llenaron estómagos vacíos con un plato de lentejas y arroz y un mate tibio. 

La labor está a cargo del grupo Las manos que ayudan, quienes todos los lunes preparan la cena y bebidas para 170 personas en situación de calle y las reparten por la ciudad. 

“Un plato de comida es la excusa para acercarse a la gente en situación de calle, cada voluntario extiende su mano sin pedir nada a cambio agradecido por la oportunidad de dar. Haciendo la diferencia en cada salida a través del servicio como expresión de amor, el conocimiento y la solidaridad”, es como definen su labor.

(Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)
(Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)

—La crudeza de la calle—
De acuerdo con el último (2017) realizado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática, se estima que 124.596 personas se encuentran viviendo en las calles. De ellos, 3.455 son menores de 14 años y 2.795 tienen 60 o más años.

Para la directora Ejecutiva del  (Inabif) del , Fanny Montellanos Carbajal, ver a personas viviendo en las calles es una realidad que se ha normalizado con el pasar del tiempo. 

“La data nos está diciendo que debemos actuar de manera articulada para que las personas, sobre todo las poblaciones vulnerables, se sientan protegidas. Es importante que no veamos como normales estos hechos, existen mecanismos para dar aviso y darle la mano a estas personas. Nosotros, como Estado, tenemos el compromiso de actuar rápidamente”, explica la funcionaria. 

(Foto: Hugo Perez/ El Comercio)
(Foto: Hugo Perez/ El Comercio)

Desde el Inabif se tienen programas especializados que atienden, sobre todo a niños, niñas y adolescentes y adultos mayores en situación de abandono. Asimismo, se trabaja de manera conjunta con municipios y Centros de Emergencia Mujer para que emitan las alertas correspondientes para acoger a niños y niñas. 

“Hemos encontrado personas perdidas por años, a ellos los hemos ayudado a llevar una vida de calidad. También hemos atendido casos de maltratos o de gente que ha ido directo a los albergues porque necesita apoyo. Estamos trabajando para llegar a todos los que nos necesitan”, señala. 

—¡Importante!—
Si tienes conocimiento de alguna persona que se encuentra en presunta situación de abandono, puedes reportarlo de la siguiente manera:

1. Línea 100, donde un especialista tomará el reporte y derivará automáticamente el caso a fin de brindar la atención oportuna.

2. Inabif, a través de su central telefónica 417-6720 al anexo 1301, un profesional especializado consignará la información brindada y realizará la evaluación pertinente para tomar las acciones correspondientes.

3. Comisarías y gobiernos locales, quienes a su misma vez articularán las acciones pertinentes. 

** Si quieres unirte como voluntario o colaborar con Espejo Social o con Las manos que ayudan puedes buscarlos en Facebook e Instagram. 

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