(Foto: Nancy Chappell / El Comercio)

Fabricio parece un niño normal hasta que se pone de pie y camina. Cualquier movimiento lo agita y lo hace jadear boquiabierto como lo haría cualquier otro menor de 6 años después de jugar un partido de fútbol. Si hoy corriera detrás de una pelota por apenas unos segundos, Fabricio podría morir.

Este niño nació con el corazón al lado derecho, un mal congénito llamado dextrocardia. Tiene solo un ventrículo y además sufre estenosis pulmonar, una patología que reduce el flujo de sangre hacia estos órganos.

En octubre del año pasado los médicos le dijeron a su madre, Antonia Mejía, que a más tardar debía operarlo en seis meses. Este lapso ya se cumplió en abril.

-A contrarreloj-
Dice la madre de Fabricio que a los 12 días de nacido los doctores determinaron que su niño padecía neumonía. Al poco tiempo el diagnóstico cambió por el de un soplo al corazón. Pero en el Instituto Nacional de Salud del Niño llegaron a la conclusión de que tenía dextrocardia y estenosis pulmonar.

Al año y medio de edad, Fabricio fue sometido a una operación de derivación cavopulmonar bidireccional, que le permitió oxigenar su sangre. Pero en el 2015 le comunicaron a su madre que su hijo debía someterse a una cirugía de Fontan Kreutzer, la única capaz de eliminar la sobrecarga de trabajo al ventrículo y hacer que la oxigenación sea la adecuada.

Como el padre del menor es policía, en el 2015 el Seguro Integral de Salud (SIS), que cubría a Fabricio, le comunicó a Antonia que el menor debía atenderse a través del Fondo de Aseguramiento en Salud de la Policía Nacional del Perú (Saludpol). “Tuvieron que hacer todos los exámenes nuevamente”, dice Antonia. En el 2015 comenzó una interminable odisea para que Saludpol realice los trámites con alguna clínica donde Fabricio pueda ser atendido y operarse.

Hasta ahora Antonia no recibe respuesta de ello. “Cada vez que llamo me dicen que aún están evaluando el presupuesto y me envían a varias clínicas solo para realizar pruebas”, dice.

En estos dos últimos años, Fabricio ha pasado exámenes en cuatro clínicas y tres hospitales sin que se concrete la operación. Antonia lleva a todos lados un fajo de documentos ordenados cronológicamente sobre el caso: diagnósticos, citas, informes médicos y solicitudes de intervenciones. Para ella, cada hoja es una muestra de la burocracia en el sistema de salud.

El Comercio habló con una fuente de Saludpol que está a cargo de hallar una clínica para Fabricio. “Estamos esperando la respuesta de la clínica El Golf. Falta definir el tema presupuestal”, dijo. Según Antonia, esto es lo mismo que escucha desde hace dos años.

Otra fuente de esta entidad dijo de forma extraoficial que las deudas que tiene Saludpol con clínicas afiliadas hacen que estas últimas se desvinculen del seguro y que las nuevas rechacen cualquier convenio. Esto reduce las opciones de lugares de atención a los que pueden acceder los pacientes.

Elena Zelaya, superintendenta nacional de Salud, dijo que las deudas entre seguros y clínicas son los problemas más graves del sector.

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