Ni las pruebas aplacan la histeria desatada en Huaycán
Ni las pruebas aplacan la histeria desatada en Huaycán
Ana Briceño

Un día después de los destrozos generados en , los vecinos –en su mayoría madres de familia– están apostados fuera de la comisaría exigiendo que liberen a las 42 personas detenidas por incendiar dos automóviles y causar destrozos. Están enfurecidos porque dicen que la prensa y las autoridades los califican de “vándalos”, “ignorantes” y “desinformados”. “¡Prensa vendida¡ ¡Policía mafiosa!”, gritan. Insisten en que todo lo hicieron para evitar que una mafia trafique con los órganos de sus hijos.

En medio de la bulla, Flor Gamarra asegura que en el cerro están velando a una niña hallada muerta sin sus órganos. “Quieren pruebas, vayan, pues”, nos reta. Entonces, subida en la unidad móvil de este Diario, la mujer –con su hijo en brazos– nos conduce a ese velorio. Mientras avanzamos, cuenta que hace unos días un auto se estacionó fuera de su casa y luego arrancó fugazmente. “¿No le parece extraño? Se querían llevar a mi hijo, le aseguro. Hasta tengo pesadillas por esto de los traficantes”, comenta.

En una esquina, un grupo de mujeres nos detiene para indicarnos con absoluta convicción que el velorio de la niña es más arriba, en la zona N-176, y que es mejor subir a pie. Pero en el camino nadie da razón del velorio. Hasta que una vecina sale de su casa para informarnos que el único velorio en el lugar es el de una adolescente que fue atropellada en el mercado.

Todas se miran entre ellas confundidas. De inmediato vuelven a creer en el caso de la niña asesinada en la zona cuando una madre afirma que ella vio el cuerpo de la menor en un descampado y que su amiga tiene la fotografía. “¿Ve? Es verdad. Vamos al lugar, entonces”, nos piden. Sin embargo, a tanta insistencia, la mujer nos confiesa que la foto es de Facebook y “si está ahí es verdad”. “Pero los periodistas quieren pruebas”, le recrimina otra vecina.

—El maletín: la prueba hallada—

Karin Loa narra que cuando vio a los encuestadores de una empresa de estudios de mercado Luis Núñez y Emiling Cerrón, en la zona K, pensó que eran los traficantes de órganos porque “tenían un fotocheck simple y estaban muy nerviosos”. Ella fue la primera que los interpeló. Luego, a través de un parlante, que se usan para las asambleas, un vecino alertó a todos que ahí estaban los traficantes, que tanto temor estaban causando. El objetivo era quemarlos vivos.

¿Y la prueba?, les preguntamos. Entonces, una mujer muestra el maletín que arranchó a los encuestadores cuando los atacaban. Hay documentos con el título: Encuesta Residencial de Servicios de Telecomunicaciones. También, un croquis de la zona y el dibujo de unos ojos, una nariz y una boca. “¿Para qué querían un croquis y por qué solo han marcado unas zonas? Además, una persona normal no hace ese dibujo. La policía los dejó libres”, dice la mujer. Todas se aterran más. Otra agrega: “Si todo es falso, deben venir a explicarnos qué está pasando porque si vemos a otro sospechoso lo lincharemos. De Huaycán solo se acuerdan en elecciones”.

—Muerte por esclarecer—

Cuando la turba causaba destrozos, la dirigente vecinal Eva Solano salió de su casa en el asentamiento humano Hijos de Huaycán para mirar, desde el cerro, lo que pasaba. En ese instante una bala le impactó en el pecho y murió camino al hospital. “La bala cayó desde un helicóptero de la policía. Hemos encontrado un proyectil”, indicaron los vecinos. El general Hugo Begazo dijo que la policía está investigando, pero hasta las 2 p.m. ni un agente llegó al lugar. La falta de policías es otra queja vecinal.

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