"Saettone: es legal, no es lo justo", por Pedro Ortiz Bisso
"Saettone: es legal, no es lo justo", por Pedro Ortiz Bisso
Pedro Ortiz Bisso

Era 1994 y Estados Unidos, el país donde reina el básquetbol, el béisbol y el fútbol americano, se permitía la extravagancia de organizar un campeonato mundial de fútbol [o ‘soccer’ como lo llaman aún]. Enviado por El Comercio, Carlos de la Puente escribía una columna diaria sobre lo que acontecía en el torneo. 

Uno de esos despachos resultó sorprendente. El artículo no versaba sobre la preparación del Brasil de Romario y Bebeto, ni incidía en la motivación de Argentina por contar con Maradona. La columna estaba dedicada a O.J. Simpson, un ex jugador de fútbol americano. 

Tras ser acusado de asesinar a su ex esposa y al novio de ella, Simpson intentó huir de la policía en una camioneta acompañado por un amigo. Advertidos del hecho, los canales de televisión enviaron sus helicópteros tras el vehículo y suspendieron su programación para transmitir la persecución en vivo. La atención del país quedó reducida a lo que acontecía en la pequeña pantalla. Todo lo demás pasó a un segundo plano. 

El caso fue revivido el año pasado en una estupenda miniserie (“American Crime Story: The People v. O.J. Simpson”). Allí se mostró cómo a pesar de la abundancia de pruebas que incriminaban al deportista –rastros de sangre y muestras de ADN, entre ellas– su ejército de abogados se aprovechó de los resquicios legales a su disposición, y de la mano de un manejo torpe de la fiscalía, consiguió librarse de la cárcel. 

La justicia no es infalible. Incluso una que funciona como la estadounidense se equivoca. Sin embargo, hay errores y errores. En la nuestra, lo legal no suele ir de la mano con lo justo. El Caso nos lo ha enrostrado con la seca violencia de una bofetada. 
Tras atropellar y causar la muerte a María Elena Coronado hace cinco años, el músico acaba de recibir una pena menor a la que inicialmente se le dio: ya no irá a prisión, cumplirá la pena en libertad. Con restricciones, pero lejos de una prisión. Y podrá volver a conducir. 

La Cuarta Sala Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima no evaluó los meses que se mantuvo en la clandestinidad, ni sus inconductas con el fin de dilatar el proceso, como apunta el abogado Luis Lamas Puccio. Tampoco que, según la defensa, se negara a someterse al dosaje etílico apenas ocurrido el hecho. 

La vergüenza es mayúscula. Al propio presidente del Poder Judicial, Duberlí Rodríguez, no le ha quedado más que decir que Saettone merecía una sanción más drástica. 
El fallo que libra de la cárcel al ex conductor de televisión es legal. Cumple con las formalidades del proceso. Pero eso no lo convierte en justo. 

Nuestra justicia ha vuelto a mostrar su peor y más conocido rostro. Quizá sea hora de sincerarnos y dejar de repetir esa frase que en realidad es una gigantesca mentira: que todos somos iguales ante la ley. 

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