Sodalicio: la jaula de oro de Luis Fernando Figari en Roma
Sodalicio: la jaula de oro de Luis Fernando Figari en Roma

Ismael Monzón
Desde Roma para El Comercio

A solo un paso queda el imponente Castel Sant’Angelo, concebido como el mausoleo del emperador Adriano, fortaleza de los papas, prisión de célebres convictos como Giordano Bruno o Galileo Galilei y uno de los monumentos actuales más bellos de la capital italiana. Caminar hasta el Vaticano no supone más que un paseo desde el final del elegante Corso Vittorio Emmanuele II hasta la majestuosa avenida de la Conciliazione. Y en medio de esta exclusiva zona, donde los alquileres cuestan varios miles de euros mensuales, está recluido Luis Fernando Figari Rodrigo, fundador del Sodalicio de vida cristiana y acusado de haber cometido decenas de abusos contra miembros de esta comunidad cuando aún no eran mayores de edad.

Figari Rodrigo fue conminado a esta residencia que la comunidad sodálite posee en el Centro Histórico de Roma hace poco más de medio año, cuando la organización supo de las denuncias interpuestas contra él. Al principio sus salidas a la calle eran más frecuentes, pero desde que el escándalo saliera a la luz con la publicación del libro “Mitad monjes, mitad soldados”, permanece en una suerte de aislamiento.

En el barrio su figura no es conocida tras una simple descripción, aunque tampoco es sencillo habida cuenta de los cientos de miles de turistas que pasan a diario por esta zona. Junto a él viven otros cuatro miembros de la comunidad, que han limitado al mínimo el contacto con él.

Figari apenas pone los pies en la vía pública con motivo de sus periódicas visitas al hospital, donde lo tratan de un tumor que padece desde hace algún tiempo. Desde su habitación puede leer o rezar, pero no mantiene contacto con la sede de la congregación en el Perú, desde donde se toman las decisiones. El fundador del Sodalicio se ha negado hasta ahora a dar explicaciones de lo ocurrido y nunca ha respondido ante las constantes peticiones de este Diario para tener una conversación. 
También se niegan los miembros de la comunidad en Roma a conceder entrevistas.

Todas las respuestas remiten a los comunicados oficiales que la organización ya ha hecho públicos y a su departamento de contacto con la prensa en Lima. Desde allí respondían ayer a través de correo electrónico tras varias peticiones a los sodálites en Italia que “la expulsión del señor Figari solo podría ser el resultado de la investigación que está llevando adelante la Santa Sede”.

Según fuentes del Sodalicio, este consultó al Vaticano la posibilidad de apartar de forma temporal a Figari, mientras avanzan las indagaciones. “Pero nos indicaron que estando la investigación en curso, para preservar el debido proceso, no se le debería separar”, agrega. Solo después de un veredicto de la Santa Sede, la congregación se plantea la expulsión de su fundador.

En el seno de la agrupación religiosa, sin embargo, las opiniones difieren. Algunos miembros apuestan por tomar medidas drásticas contra Figari, mientras otros apelan a mantener la presunción de inocencia. El hecho de que la mayoría de los delitos sexuales han prescrito podría ser una de las causas fundamentales de que continúe todavía al cobijo del colectivo, ya que según el derecho canónico, al que se acogen también institutos de vida consagrada como el Sodalicio, no habría motivos legales para hacerlo.

Restan las razones morales, por las que se ha tomado la decisión disciplinaria de desplazarlo a este departamento del centro de Roma. Aunque en caso de una expulsión definitiva, la organización podría seguir prestándole apoyo para que no le falte un hogar o el tratamiento médico que recibe.

“Queremos que se elabore una información de lo sucedido en la que se haga justicia con las víctimas, pero dando también la oportunidad de defenderse al fundador del Sodalicio”, señala monseñor José Rodríguez Carballo, secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, el organismo vaticano que se encarga del caso. El prelado español evita hablar de los contactos que ha tenido con la comunidad sodálite y apela al trabajo del obispo de Chota, Fortunato Pablo Urcey, nombrado visitador apostólico, cuya tarea es investigar el caso.

Rodríguez Carballo no da una fecha, pero calcula que el proceso durará meses. Cabe recordar que el obispo de Chota declaró que él no iba a investigar a Figari Rodrigo.

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