Miguel Paredes, dirigente en el cerro San Cristóbal, demuestra
que en el 2016 alertaron a las autoridades sobre los riesgos.  (Juan Ponce / El Comercio)
Miguel Paredes, dirigente en el cerro San Cristóbal, demuestra que en el 2016 alertaron a las autoridades sobre los riesgos. (Juan Ponce / El Comercio)

El último domingo por la tarde, una suma de malas decisiones, presuntas negligencias y permisos mal dados dejó como resultado nueve personas muertas en el .

En la vía donde el bus de placa ACE-920 perdió el control, hay más de un kilómetro de pendiente pronunciada sin rompemuelles, sin señalización ni veredas. La barrera de protección al borde del camino mide a penas 45 centímetros de alto, está muy deteriorada y, según los vecinos, no ha recibido mantenimiento desde que fue construida en la década de los 90. En tanto, el vehículo de Green Bus iba a excesiva velocidad y, según los indicios, en su interior había más pasajeros de lo permitido. Además, habría sido modificado inadecuadamente.

Todos esos factores de riesgo confluyeron en el mismo momento y en el mismo lugar: una curva cerrada a la altura del asentamiento humano Villa de Fátima, en una ladera del cerro.

Miguel Paredes es dirigente en esta zona y uno de los que advirtieron de los peligros que estos buses de dos pisos corren cuando circulan hacia la cima cargados de pasajeros. Según una carta formal de las autoridades del asentamiento humano enviada al alcalde distrital del Rímac, Enrique Peramás, y con cargo de recepción el 4 de marzo del 2016, se solicitaban arreglos en la vía que mitiguen los riesgos para los pasajeros y peatones.

“Le pedimos la recuperación de la vía pública, ya que varios vecinos corremos el riesgo de que nos ocurra cualquier accidente de tránsito. Asimismo [pedimos] la señalización de tránsito y declarar zona rígida la avenida San Cristóbal. [...] Es una zona muy transitada por este tipo de buses y otros vehículos”, dice el documento.

Para que el municipio actuase, parecía suficiente esta advertencia y el antecedente de un accidente ocurrido en el 2009, en el que murió una persona por la caída de una coaster a solo 10 metros de donde se desbarrancó la unidad de Green Bus. Lo que hizo el municipio fue tapar con una malla metálica el hueco que dejó en la barra de concreto el accidente del 2009.

El alcalde Enrique Peramás no ha respondido sobre esta carta pese a las llamadas y mensajes de este Diario. Ayer en el Congreso de la República, la autoridad edilicia dijo que su gestión ha hecho todo lo posible para solucionar la seguridad vial en el cerro San Cristóbal.

–Apoyo–
Los familiares de los 36 pasajeros que aún están internados en diferentes hospitales y clínicas de la capital solicitaron apoyo económico para poder solventar los gastos que, en algunos casos, exceden la cobertura del SOAT.

“El seguro cubre 20 mil soles, pero aún necesitamos apoyo. Están atendiéndola, pero ya se llegó al tope”, precisó Griselda Borja, hermana de Enith Borja, quien permanece en cuidados intensivos en la Clínica Internacional. Ella quedó atrapada debajo del vehículo.

En tanto, parientes de dos de los tres turistas chilenos fallecidos indicaron que están realizando diversas actividades para costear los pasajes y gastos médicos. “El Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile va a ayudarnos a repatriar los restos”, precisó César Encina.

Afirmó que el estado de salud de su sobrina, Josefa Encina Torres, es reservado. Ella sufrió un traumatismo encefalocraneano severo y permanece internada en el hospital Loayza. 

[ACTUALIZACIÓN] Enith Borja falleció durante la madrugada. Con ella suman 10 las víctimas mortales de la caída del bus en el cerro San Cristóbal.

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