Estas construcciones bordean la zona intangible del Morro Solar. En este lugar hay restos arqueológicos y huellas de la Guerra del Pacífico. Hoy hay viviendas construidas sin ningún tipo de seguridad. (Foto: Bryan Albornoz / El Comercio)

En un quiosco cuelga un periódico que titula: “Cerro sepulta a adolescente en El Agustino”. Un hombre lo compra, camina unos metros e ingresa a su vivienda. El sujeto vive en una ladera del Morro Solar, con vista al planetario de , en un asentamiento de habitáculos construidos con triplay, esteras y calamina sobre andenes de tierra y piedra suelta.

A estas casas solo las sostiene el equilibrio, como castillos de naipes. El Centro Peruano-Japonés de Investigaciones Sísmicas (Cismid) considera esta zona una de las más vulnerables de Lima por no tener bases rocosas. Ese hombre pudo haber sido el protagonista de la noticia que ahora lee.

—Invasión imparable—
En el Morro Solar no solo se arriesgan vidas, sino también el patrimonio histórico. Aquí yacen restos prehispánicos del sitio arqueológico de Armatambo (900-1460 d.C.) y es Patrimonio Cultural de la Nación desde 1986 por ser el lugar donde ocurrió la Batalla de San Juan y Chorrillos durante la Guerra del Pacífico. El Ministerio de Cultura dice que hace unas semanas un ciclista de montaña halló restos de un soldado peruano.

En la ladera sur del morro, sobre la zona de San Genaro, un vecino que prefiere mantener su identidad en reserva acompañó a El Comercio por este laberinto de casas para tratar de entender por qué este mirador natural de Lima está descuidado. “Hay personas que no tienen dónde vivir y ven en esta extensión de tierra un posible asentamiento para poder legalizarlo”, dice.

En todas las laderas del morro se calcula que hay unas 500 familias. El hombre dice que sus vecinos tratan de ocupar toda la extensión posible antes de que termine la gestión municipal del alcalde Augusto Miyashiro, que ocupa el cargo desde 1999. Cree que posesionarse hará que la ley les favorezca y pronto se conviertan en propietarios.

(Foto: Jessica Vicente / El Comercio)
(Foto: Jessica Vicente / El Comercio)

—Sin solución—
Hace dos años y medio, tras dos desalojos consecutivos de la policía, este Diario advirtió que esta zona intangible era vulnerable a invasiones debido a la falta de hitos y de seguridad. En ese entonces, cuatro zonas patrimoniales estaban expuestas: por el sureste, la ladera que mira hacia el barrio San Genaro; y por el noreste, las zonas José Olaya, Marcavilca y Cruz de Armatambo.

Ahora, este Diario comprobó, con la ayuda de un dron, y con base en los mapas del Ministerio de Cultura, que ya hay predios sobre zona intangible que han ingresado hasta 100 metros a tal área, con planchas de madera como paredes y vigas. En otros puntos hay construcciones con material noble.

Llama la atención que haya algunos postes de luz instalados, así como escaleras y barandas. Otro vecino asegura que paga por el suministro de agua de camiones-cisterna de la municipalidad.

“Si una autoridad ofrece equipamiento urbano en zonas de invasión, está consolidando el espacio y legitimando la ilegalidad. Esto también le compete a las prestadoras de servicio, deben evaluar dónde operar y ser conscientes de la seguridad del lugar”, dice la urbanista Mariana Alegre, coordinadora general del observatorio Lima Cómo Vamos.

La Ley Orgánica de Municipalidades indica que las comunas distritales están obligadas a proteger las zonas arqueológicas. Pese a nuestras insistentes llamadas y correos al municipio chorrillano para que responda sobre la situación que se vive en el Morro Solar, no hubo respuesta.

“El Ministerio de Cultura pone hitos delimitando la zona arqueológica, pero este patrimonio debería tener vida para protegerlo mejor. Proponemos que sea parte del barrio, que se le devuelva al ciudadano como un bien para incluirlo a la ciudad como un elemento activo”, dice Carlos Ausejo, director general de Patrimonio Arqueológico Inmueble del Ministerio de Cultura.

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