Angélica Casas cuenta que haber donado los órganos de su menor hijo a otras personas que los necesitaban le ha permitido a su familia aliviar un poco su duelo. Michael era el cuarto de sus cinco hijos.  (Foto: Anthony Niño de Guzmán / El Comercio)
Angélica Casas cuenta que haber donado los órganos de su menor hijo a otras personas que los necesitaban le ha permitido a su familia aliviar un poco su duelo. Michael era el cuarto de sus cinco hijos. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / El Comercio)

Ese 24 de enero hacía 28°C en Lima y Michael deseaba una raspadilla. El muchacho de 14 años se había pasado la mañana haciendo recados para su mamá.

“Lo mandé a comprar los ingredientes para hacer carapulca. Necesitaba papa seca, ají, esas cosas. Cogió su bicicleta y se fue al mercado. Cuando regresó, me pidió dinero para una raspadilla”, recuerda Angélica Casas Mariño, la madre. Angélica aceptó, pero en el ajetreo de la cocina se olvidó de darle el dinero a Michael.

Alrededor de las 4 p.m se acordó del pedido y llamó a su hijo para darle los S/2,50 que necesitaba. Michael agarró la bicicleta y salió de su casa, en la séptima cuadra del jirón Renovación, en La Victoria. Dobló por la Av. Sebastián Barranca y se dirigió hacia Manco Cápac, donde fue atropellado por una coaster.

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personas en el país se encuentran en lista de espera para recibir un trasplante de órgano, según el Ministerio de Salud.

Angélica atendía otras cosas de la casa cuando escuchó los gritos de un niño del barrio: “¡Señora Angélica, a Michael lo ha cogido un carro grande!”. Sin ponerse los zapatos, la mujer corrió lo más rápido que pudo hasta la avenida. Halló a su hijo tirado en la pista, convulsionando. Bajo su cabeza se había formado un gran charco de sangre. “Vi al que lo había atropellado, un chofer de la Chama, y quise pegarle. Me aventé hacia él, pero la gente me contuvo. ‘¡Ahí está la ambulancia!’, me gritaron, y vi que el vehículo se aproximaba. Me subí con mi hijo y pedí un milagro”, recuerda.

Michael nunca despertó. Los médicos del Hospital de Emergencias Pediátricas no pudieron hacer nada por él. Tenía contusión y laceración encefálica con hemorragia masiva. También le diagnosticaron fractura de bóveda y base de cráneo. Michael agonizó dos días en el hospital.

Entonces, se le acercaron a Angélica y a su marido unas personas de la Dirección General de Donaciones, Trasplantes y Banco de Sangre del Ministerio de Salud (Minsa) para explicarles que cinco personas, que esperaban por un trasplante de órganos, dependían ahora de Michael.
“Mi esposo y yo nos miramos y acordamos que sí donaríamos los órganos y tejidos de Michael. No queríamos que su muerte fuera en vano”, dice la madre. Y añade: “No pudimos donar su corazón, porque tuvo un infarto. Pero sí pudimos donar las córneas, riñones, hígado y algunos tejidos más”.

Según el Minsa, el año pasado se realizaron 711 trasplantes de órganos y tejidos. Dentro de este grupo, hubo 431 trasplantes de córneas, 133 de riñón, 31 de hígado y 10 de corazón. El mes pasado, 16 personas recibieron un riñón. Suena esperanzador si se tiene en cuenta que en enero del 2017 hubo solo cuatro trasplantes de este órgano).

Sin embargo, en el Perú hay 5.851 personas a la espera de un donante de órganos. Y somos, a nivel de Sudamérica, uno de los países con menor tasa de donantes: apenas 2,5 por cada millón de habitantes. Uruguay, Argentina y Colombia nos llevan la delantera con 24, 15 y 8,4 donantes por cada millón, respectivamente.

Michael (der.), unos años atrás, posa junto a uno de sus hermanos. (Archivo familiar)
Michael (der.), unos años atrás, posa junto a uno de sus hermanos. (Archivo familiar)

“No conozco a quienes recibieron los órganos de mi hijo. Creo que es mejor así, por mi bienestar. Pero me reconforta bastante pensar que mi hijo vive, de cierta forma, en ellos”, señala Angélica.

—Reclaman justicia—
Michael ahora descansa en el cementerio Padre Eterno, en El Agustino. El chofer que lo arrolló sigue libre, bajo investigación en la Policía Nacional. Se trata de Luis Paco Checa Cruz, de 63 años, quien no prestó auxilio a Michael e incluso intentó darse a la fuga, según testigos del accidente. Checa negó ser el responsable de la colisión. Enfurecidos, los testigos hicieron trizas su parabrisas. Otro sujeto agarró a Checa a patadas y puñetes.

Cuando la PNP llegó a la escena, Michael ya estaba camino al hospital. Su bicicleta, en cambio, había quedado tirada en la Av. Manco Cápac con el chasis y el manubrio descentrados, y las llantas destrozadas.

“El chofer ya aceptó su culpa, pero hasta ahora no se acerca él ni nadie de la empresa Chama para darnos el pésame ni para realizar los pagos debidos”, denuncia la madre.

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