(Foto: Lino Chipana)
(Foto: Lino Chipana)
Jorge Falen

Luego de 42 días de la declaración del estado de emergencia frente al , esta enfermedad continúa su avance en el país. Según el Ministerio de Salud (Minsa), se han registrado a la fecha 25.331 contagiados y 700 fallecidos. Esta última cifra es mayor en 66 respecto al día anterior y representa el aumento diario más alto desde el inicio de los decesos por este mal.

La evolución de la enfermedad se acerca a su máximo nivel. Mientras el presidente de la República, Martín Vizcarra, mencionaba días atrás que el pico de casos se alcanzaría hoy, el representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el Perú, Rubén Mayorga, dijo el viernes que este escenario se produciría en las siguientes dos semanas. Los pacientes hospitalizados con ventilación mecánica –principal indicador de respuesta del sistema de salud– llegan a 505, cifra cercana al límite reportado por el ministerio, de 606 camas.

El jueves, el Gobierno extendió la cuarentena hasta el 10 de mayo, lo que sumaría –hasta esa fecha– 56 días de aislamiento social obligatorio. Esta es la tercera ampliación de esta política que se inició el 16 de marzo. La primera fue hasta el 12 de abril; y la segunda, hasta el 26 de abril.

Efectos del martillazo

Desde el inicio de la epidemia, la respuesta del Estado frente al estuvo caracterizada por la aplicación de sucesivos martillazos a la curva de contagio, es decir, medidas estrictas impuestas para intentar reducir la transmisión comunitaria. Junto con la cuarentena total, se pusieron en marcha medidas similares como el toque de queda durante los domingos y la Semana Santa, así como el ‘pico y placa’ para hombres y mujeres. Pese a esto, aún existe nuevos casos de contagio y muertes.

¿Cuán efectivas ha sido estas estrategias? Gabriel Carrasco-Escobar, epidemiólogo e investigador asociado al Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Cayetano Heredia (UCPH), señala que la respuesta inicial del Gobierno fue acertada, lo cual se ha reflejado en una desaceleración del aumento de contagios. Sin embargo, el resultado obtenido hasta ahora no sería compatible con lo esperado para una medida de supresión como la cuarentena absoluta, sino más bien a una menos rigurosa como la de mitigación, basada solo en el distanciamiento social.

“Parece que la estrategia de supresión no ha sido totalmente efectiva. La mitigación busca aplanar la curva, tener la misma cantidad de casos, pero extendiendo el período de tiempo para que no explote el sistema de salud. Esto reduce indicadores como el número de reproducción efectiva [contagios causados por una persona infectada]. En cambio, la supresión, que es más estricta, busca que este número sea menor de uno, que lleva una caída en la transmisión para evaluar flexibilizar algunas medidas de la cuarentena. Lo que se ve en las curvas del Minsa es una reproducción baja, pero que no corresponde a la supresión”, explica.

¿Qué factores habrían limitado la efectividad de la cuarentena? Si bien en este período se ha observado un marcado descenso en la movilidad comunitaria –la concurrencia a tiendas, parques y estaciones de tránsito se habría reducido casi un 90% en el país hasta los primeros días de abril, mientras que en Semana Santa los desplazamientos cayeron 95%, según algunas mediciones–, existen características propias de la población que disminuyen el efecto deseado de las medidas.

Entre estas, se han mencionado la informalidad o la pobreza monetaria. La primera afecta a un 72% de la fuerza laboral, que no cuenta con un empleo e ingreso fijo y cuyos ingresos dependen de las actividades diarias que realice.

La segunda se explica por la carencia de bienes duraderos como la refrigeradora. Solo un 49% de peruanos tiene este artefacto, según el censo nacional del 2017, lo cual obliga a más de la mitad de las familias a acudir constantemente a los mercados debido a que no pueden conservar los alimentos.

Carrasco-Escobar añade a esto el manejo —a veces inapropiado, dice– de la intensidad de exposición de las personas al virus. Según el especialista, el objetivo de las medidas de cuarentena y toque de queda es restringir el período en que los ciudadanos podrían ir a esos establecimientos. Sin embargo, si hay una menor ventana de tiempo, habrá más gente en forma simultánea en espacios públicos, y una mayor transmisión.

“Si no manejamos de forma correcta la intensidad, si acumulamos a todos en una ventana de tiempo muy reducida, no importa cuánto hayan cumplido en sus casas, porque al estar una hora expuestos en un mercado con mucha gente alrededor la fuente de contagio es grande”, opina.

Tema en debate

La cuarentena busca ganar tiempo para incrementar la oferta de salud –en función del número de camas de hospitalización y UCI–, pero también para realizar la mayor cantidad de pruebas posibles que lleven a identificar y aislar a la población afectada.

La capacidad de diagnóstico aumentó el último mes debido a la inclusión de pruebas rápidas o serológicas –que detectan la presencia de anticuerpos– junto a las moleculares, que son más costosas y rastrean el genoma del virus. Pese a las críticas iniciales a las primeras, ahora representan el 77% del total de pruebas realizadas.

¿Tienen ambas la misma capacidad de diagnóstico? Para Luis Suárez Ognio, exjefe del Instituto Nacional de Salud (INS) y coordinador de Salud Pública e Investigación de la Facultad de Medicina de la UPC, los test moleculares (o PCR) tienen, por lo general, una mayor sensibilidad o capacidad para detectar el virus durante los primeros días de la enfermedad, mientras que los serológicos a partir de la tercera semana.

“La sensibilidad en las primeras semanas de la PCR está alrededor del 67%, pero a partir de la tercera baja al 50% debido a que el luego baja a los pulmones, donde se requieren métodos más complicados para detectarlo. En las pruebas rápidas, los anticuerpos pueden aparecer en la primera semana, pero en un nivel menor del 30%. Por esto, la posibilidad de tener un falso negativo es del 70%. A partir de la tercera semana, su sensibilidad aumenta y alcanza el 90%”, explica.

El especialista señala que la utilidad de cada prueba debe evaluarse según el uso que se quiera dar. La molecular sería más adecuada para un diagnóstico inicial en un paciente que llega a emergencia o para tomar la decisión de aislarlo bajo cuarentena. En tanto, la serológica se usa más en estudios sobre prevalencia de la enfermedad y en el monitoreo del virus en personal médico altamente expuesto a la infección.

Suarez-Ognio resalta que la atención de un paciente no debería depender de la prueba, sino priorizar el manejo clínico en cada uno de los casos. “Todo paciente respiratorio debemos considerarlo [como si padeciera COVID-19] para iniciar el protocolo de tratamiento. Así hicimos en la época del cólera y de la gripe AH1N1. Es importante la atención en el triaje, donde se toma la decisión de adónde derivar al paciente que llega”, dice.

Más información

-Más del 90% de peruanos señala que no dejará las medidas de prevención una vez culminada la cuarentena, según una reciente encuesta de Ipsos.

-El estudio indica que el 99% seguirá usando mascarillas y mantendrá la distancia social, mientras que un 96% procurará salir lo menos posible de sus domicilios.

-Las regiones de Lambayeque y Loreto reportan la mayor cantidad de casos confirmados a la fecha, después de Lima y Callao.

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