(Bryan Albornoz/El Comercio)
(Bryan Albornoz/El Comercio)

Con solo 500 soles y en menos de 24 horas, un comerciante en Lima es capaz de ampliar su negocio y levantar un segundo o hasta tercer piso sin que nadie se lo impida. Todo lo que hace es conseguir unas planchas de acero o restos de un contenedor en desuso y adaptarlos como habitaciones.

La estructura de estos almacenes ilegales es casi siempre la misma: dos tubos de metal hacen las veces de vigas y el resto está cubierto por planchas o calaminas superpuestas con pernos.

En el Mercado de Productores de Santa Anita hay cerca de cuarenta precarios depósitos instalados sobre las galerías del primer nivel. Algunos tienen escaleras y hasta balcón, desde donde los comerciantes vigilan, trabajan o se comunican con otros empleados.

En estos pisos superiores no hay extintores ni señalización de seguridad para la evacuación de los trabajadores en caso de sismo o incendio. Para llegar a estos niveles, los comerciantes improvisan con estrechas escaleras con tablas de madera o de tipo caracol.

Esos cubículos, que abundan en este centro de abastos, también han sido montados sin autorización en algunos techos de Gamarra. En la cuadra 8 de la calle Antonio Bazo, un imponente segundo nivel ha sido instalado con planchas metálicas. Según fuentes de la Municipalidad de La Victoria, la Gerencia de Fiscalización trabaja para intervenir con fiscales, pues en varias oportunidades han encontrado las puertas bloqueadas. Ese municipio indicó que están privados de ingresar porque no hay una normativa al respecto. Solo tienen competencia directa para intervenir en lugares comunes y públicos.

Este gran depósito es similar a aquel en el que fallecieron los jóvenes Jovi Herrera Alania y Jorge Luis Huamán Villalobos, quienes trabajaban encerrados en una especie de asentamiento informal instalado sobre las galerías superiores del centro comercial Las Malvinas. Días después de este incendio sobre la galería Nicolini, los comerciantes dijeron a El Comercio que estos depósitos tipo contenedor fueron montados pieza por pieza durante las noches, hacía menos de un año.

—Sin competencia—
Estos depósitos incumplen varias normas del Reglamento Nacional de Edificaciones. De ser fiscalizados, sus propietarios podrían ser denunciados por el delito de exposición al peligro.

Según este documento, las paredes de todo recinto residencial o comercial deben tener un nivel de resistencia sísmica, con refuerzos transversales y vigas. Las columnas, muros y sistemas de pisos y techos deben ser consistentes y rígidos. Asimismo, las escaleras deben tener un ancho mínimo de 60 cm con barandas de seguridad. Todo esto se incumple en la mayoría de casos.

El área de prensa del Mercado de Productores de Santa Anita asegura que sus funcionarios intentan hacer frente al incumplimiento de medidas de seguridad.

“No podemos impedirlo porque cada uno es dueño de su puesto”, dijo la jefa de prensa de este centro de abastos, Silvia Marisol. Esta representante admite que en años anteriores ya se han registrado incendios y amagos en este establecimiento.

Explicó que, al parecer, los comerciantes ingresan por las noches y aprovechan la falta de control para, en pocos días, construir esos almacenes ilegales.

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