El Ministerio de Salud tiene aseguradas 23 millones de vacunas contra el COVID-19 para inmunizar a 11, 5 millones de peruanos a partir del próximo año. (Foto: Francisco Neyra / GEC)
El Ministerio de Salud tiene aseguradas 23 millones de vacunas contra el COVID-19 para inmunizar a 11, 5 millones de peruanos a partir del próximo año. (Foto: Francisco Neyra / GEC)
Gladys Pereyra Colchado

Una mujer mira a la cámara, dice que Facebook la está censurando y que ella tiene la verdad. Habla de un plan para matar a 500 millones de personas y destruir al mundo como lo conocemos. Dice que en el Perú se está imponiendo la vacunación contra el con militares en las calles y que cambiarán la genética humana para siempre. El video dura 10 minutos y está repleto de mentiras fácilmente descartadas por la ciencia, pero, con la inmediatez del WhatsApp, viaja en poco tiempo de España (donde supuestamente fue grabado en noviembre) a chats familiares o amicales en Argentina, Chile y el Perú. Es el viral perfecto para el movimiento antivacunas.

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No es el único. Con los avances acelerados para acceder a una vacuna contra el COVID-19 en poco tiempo, este tipo de grupos ha aumentado su actividad en espacios virtuales y públicos, respaldados incluso por miembros del Congreso de la República. Los efectos de la creciente difusión de ‘fake news’ se hacen evidentes con los resultados de la última encuesta de Ipsos Perú para El Comercio: un 40% de personas no se vacunaría si en este momento el Ministerio de Salud (Minsa) contara con una vacuna aprobada y gratuita.

Se trata de casi el doble de personas que no estaban dispuestas a vacunarse hace solo cuatro meses. En agosto pasado, cuando las negociaciones para la compra de dosis aún eran incipientes, el sondeo indicaba que un 22% de encuestados dijo que no se vacunaría, frente al 75% que sí estaba dispuesto a hacerlo. En ese entonces, la principal razón del rechazo a la vacuna era que los encuestados no creían en su eficacia (46%) y porque pensaban que puede causar otras enfermedades (40%). Actualmente, el porcentaje de personas que desean vacunarse se encuentra en 57%.

Encuesta de Ipsos Perú para El Comercio revela que cifra de personas que no desea vacunarse se duplicó en cuatro meses. (Infografía: Jean Izquierdo/GEC)
Encuesta de Ipsos Perú para El Comercio revela que cifra de personas que no desea vacunarse se duplicó en cuatro meses. (Infografía: Jean Izquierdo/GEC)

Esta situación resulta contradictoria tomando en cuenta que para la gran mayoría de encuestados el Perú aún no supera la pandemia. De hecho, según el estudio realizado entre el 10 y 11 de diciembre, un 35% indica que estamos en una etapa grave de la pandemia y un 47% que, aunque estamos saliendo, es un período de espera por la vacuna.

Información clave

Para el infectólogo Augusto Tarazona, presidente de la Comisión de Salud Pública del Colegio Médico del Perú (CMP), esta situación evidencia que el punto débil de la lucha contra la pandemia es la comunicación. En diálogo con El Comercio, el especialista sostiene que necesitan campañas informativas para confrontar las dudas válidas ante una vacuna desarrollada en tiempo récord. “El temor se genera por desconocimiento”, resume. Por eso insiste en que el Minsa explique y reitere cuantas veces sea necesario cómo se garantiza la seguridad de la vacuna, los mecanismos nacionales e internacionales de aprobación y el seguimiento posinmunización. “Cuando una vacuna es aprobada es porque ha cumplido los criterios fundamentales de eficacia, porque produce anticuerpos, y de seguridad, porque no produce daños”, explica.

Con él coincide la infectóloga Theresa Ochoa, directora del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), quien agrega que otro tema a corregir es la falsa sensación de seguridad por la disminución de contagios, que hace pensar a un sector de la población que una vacuna ya no resulta tan necesaria. “La gente está más relajada en el control y ahí es donde los grupos de desinformación aprovechan para difundir mentiras”, dice.

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Ambos remarcan que no hay fundamentos científicos para considerar que las futuras vacunas sean riesgosas. Pese al corto tiempo de las investigaciones, no se han omitido etapas, sino que se han acelerado tiempos administrativos y algunas fases se han desarrollado de forma paralela, explica Tarazona. Aquí también influyen los avances tecnológicos de los últimos años. “Las primeras vacunas tardaban 10 o 30 años, pero la última del ébola se hizo en tres. Ya no se parte de cero, sino que existen vacunas similares cuya tecnología se aprovecha”, añade.

En el camino hacia una comunicación transparente, Ochoa reconoce que también se debe informar de posibles efectos adversos de toda vacunación. Incluso en las más conocidas hay riesgo de fiebres, cansancio o dolor de cabeza. El peor escenario es que la población no tenga respuestas porque basta con un video de WhatsApp para iniciar una cadena de miedo. 

CUATRO MITOS Y SUS RESPUESTAS

El médico Juan More Bayona, doctor en Inmunología Comparada por la Universidad de Alberta en Canadá e investigador de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, responde algunos de los mitos más divulgados en redes sociales:

1. Son vacunas experimentales y no han cumplido todos los estudios

More Bayona explica que no hay candidata a vacuna que no tenga fase preclínica concluida (ensayo en laboratorios y estudios en animales), así como el desarrollo de las tres etapas de fase clínica con voluntarios, en las que se evalúa parámetros de seguridad y eficacia de las candidatas. Antes de que se distribuyan, las reguladoras de fármacos y medicamentos de cada país, como la FDA, son las que brindan autorización. Hasta el momento, solo Pfizer ha conseguido aprobación de Reino Unido.

Lo que se ha acortado son los tiempos administrativos entre fases debido a la urgencia por la pandemia, indica.

2. Las vacunas pueden cambiar el ADN de las personas

Las vacunas que usan ARN mensajero (como Pfizer) usan una porción del ácido nucleico del virus que se inyecta para que la célula de la persona inmunizada pueda producir la proteína del virus y desarrolle una respuesta inmunológica, indica More. El especialista aclara que la presencia del ARN mensajero y de la proteína producida es transitorio. “No va a aumentar en el tiempo. El ARN se destruye cuando se produce la proteína y esta también cuando el cuerpo desarrolla la respuesta”, explica. Finalmente, el especialista insiste en que “el ARN es una molécula y el genoma es ADN, son distintos. El núcleo de la célula también está protegido sino mutaríamos todo el tiempo”.

3. El virus del COVID-19 fue creado en el laboratorio

More sostiene que el virus Sars-CoV-2 ha sido aislado en todo el mundo e incluso en el Perú, a través del , porque la tecnología para hacerlo es relativamente fácil. “Es falso que sea fabricado. La característica del genoma se puede rastrear en años y origen. Este virus es muy cercano a muchos coronavirus de origen silvestre, por eso se considera que el origen ha sido un murciélago”, indicó.

4. Las vacunas son causantes de enfermedades e infertilidad

El especialista sostiene que las vacunas cumplen una función específica y no existe evidencia de que provoquen enfermedades o infertilidad. “Las vacunas funcionan entrenando al cuerpo sobre cómo sería la exposición al virus completo. Se muestra una porción, el sistema inmunológico desarrolla una respuesta. Eso es todo lo que hacen”, dijo.

La no existen vínculos entre las vacunas y el autismo u otros trastornos. De hecho, el estudio de 1988 que sembró dudas sobre la posible vacuna fue descartado al comprobarse que presentaba “numerosas falencias y era fraudulento”. “Es mucho más probable padecer lesiones graves por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna”, enfatizan.

Sobre la supuesta relación con el 5G, agrega que la única vía de transmisión es que este interactúe con una célula a través del contacto con las vías respiratorias, tal como ocurre como la gripe o influenza.

Se modificó el titular de esta nota por un error en una de las cifras.

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