(El Comercio)
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Ana Briceño

En los últimos cinco años se ha venido afirmando que el sicariato era un delito que solo afectaba a bandas criminales del país. Por lo general, se paga para asesinar al rival de una organización delictiva, ya sea porque enfrentan una disputa por el control de la droga o los cobros de cupos en obras de construcción civil. Es por eso que alarma lo que sucedió el lunes, en el distrito de La Perla. A la 1.50 a.m., un sicario descendió de una moto lineal y le disparó seis balazos a una cosmetóloga que caminaba a esa hora por el jirón Cahuide.

Los restos de la víctima, Grecia Flores Hidalgo, de 26 años, son velados en su casa, a dos cuadras de la escena del crimen. Sus vecinos prefieren no declarar y su familia tampoco. "Hay una justicia divina. No queremos más problemas. No daremos más información", sostuvo a este Diario, la mamá de Flores. En el velorio se encontraba su pequeña hija de ocho años, quien aún no comprende quién le pudo haber causado tanto daño a su mamá.

Flores no tenía enemigos, era una cosmetóloga apreciada en el barrio. El sicario que acabó con su vida no estaba solo. Cuando él bajó de la moto, otro lo esperaba en el vehículo. Luego huyeron del lugar. El departamento de Homicidios del Callao está a cargo de las indagaciones. "Es un crimen pasional. Es un caso de feminicidio. La mandó matar su ex pareja", sostiene una fuente policial. Grecia Flores después de acabar la relación con el papá de su hija inició otra con un sujeto, cuya identidad se desconoce hasta el momento.

"Ella puso fin a ese vínculo porque al parecer quería retomar la relación con su esposo y eso enfureció al otro sujeto y la habrían mandado matar. Aún estamos indagando", precisó un agente. La policía espera capturar a los asesinos lo más pronto posible y al autor intelectual del crimen.

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