(Rolly Reyna)
Juan Guillermo Lara

es una ciudad con un tránsito vehicular al borde del colapso, donde los conductores manifiestan una conducta que puede llegar a ser agresiva. Esto se suma a la constante falta de respeto al reglamento de tránsito en todos los distritos de la urbe.

Para luchar contra los choferes infractores y ordenar la ciudad, las municipalidades de distritos como San Isidro, San Borja, La Molina, Miraflores y Surco remolcan con grúas a los vehículos estacionados en zonas prohibidas o por un tiempo mayor al reglamentado.

Solo en estas cinco jurisdicciones más de 2.000 vehículos son llevados al depósito al mes; es decir, un promedio de 66 cada día.

—En busca de un cambio—
En los últimos años, Surco se convirtió en el primer distrito en emprender este trabajo, a través de la campaña La Calle No Es Cochera. Desde el segundo semestre del 2014, allí se ha sancionado a más de 20 mil conductores, un promedio de 600 autos cada mes (20 al día).

“Buscamos generar una corriente para cambiar la educación vial. No es fácil para alguien que está acostumbrado a estacionarse mal modificar su comportamiento de la noche a la mañana, pero creemos que es necesario”, asegura el alcalde de Surco, Roberto Gómez.

En tanto, San Isidro es el distrito que más vehículos ha remolcado desde la implementación de este sistema, en febrero de este año. Hasta la fecha son más de 13 mil autos los que fueron enviados al depósito municipal.

En este distrito los vehículos también son removidos cuando exceden el tiempo estipulado para permanecer en los estacionamientos públicos. Por ejemplo, en algunas cuadras de las avenidas Los Conquistadores y Dasso solo se puede aparcar por dos horas como máximo. Esto se realiza como una medida para otorgar mayor flujo vehicular.

—Educación vial—
Alfonso Flórez Mazzini, de la Fundación Transitemos, asegura que entre las infracciones más comunes destaca el estacionar en zonas prohibidas como rampas exclusivas para personas con discapacidad, áreas verdes o intersecciones.

“Nuestros choferes tienen este triángulo de cultura: son egoístas, quieren ser los más vivos y tienen su ley propia. ¿Cómo interrumpimos eso? Mediante mayor fiscalización por parte de nuestras autoridades”, precisa Flórez Mazzini.

Miguel Sidia, presidente del Instituto de Tránsito y Transporte de Lima, asegura que no basta con multar, sino que se debe incidir en la educación vial desde niveles básicos, como el colegio. “La enseñanza debe tener un rol más importante que el que tiene”, dijo.
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