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Claudia Sovero Delgado

El distrito de (Callao), el cual hace poco más de dos años fue declarado en emergencia ambiental debido a las empresas que funden plomo en la zona, posee en la actualidad un área de conservación natural (ACR) que alberga a más de 125 especies de aves y se ha convertido en una reserva verde en medio de los arenales y asentamientos humanos.

Esta ACR está conformada por 275,45 hectáreas de los humedales. Además, a pocos metros, se encuentra la laguna El Mirador, en la que habitan aves, peces y varias especies de flora. Estos territorios suman casi 300 hectáreas, es decir, es un ecosistema de mayor tamaño que los Pantanos de Villa (263 hectáreas). Sin embargo, su potencial aún no es aprovechado del todo. En lo que va del año, tuvo 10 mil visitantes. En el mismo período, los Pantanos de Villa recibieron a más de 45 mil personas.

(Foto: Anthony Niño de Guzmán)
(Foto: Anthony Niño de Guzmán)

Fernando Gil, jefe administrador del ACR, sostuvo que las visitas aún son gratuitas y que están mejorando los servicios que ofrecen a fin de que sea más atractivo para los turistas. Este año el Gobierno Regional del Callao, que administra la mayor parte de esta área, destinó S/800 mil para hacer refacciones e implementar señalización e infraestructura.

“Cuando llegamos en el 2011, este era un basurero, donde la gente tiraba los residuos o provocaban incendios para invadir la zona. Ahora la gente ya empezó a tomar conciencia y lo cuida”, indicó.

Al sudeste de los humedales existen 25 formaciones geológicas, al lado de la playa, entre cuevas y cavernas, que se pueden visitar. (Foto: Anthony Niño de Guzman)
Al sudeste de los humedales existen 25 formaciones geológicas, al lado de la playa, entre cuevas y cavernas, que se pueden visitar. (Foto: Anthony Niño de Guzman)

Esta ACR, declarada como Patrimonio de la Nación en 2006, está ubicada en la Av. Miguel Grau que limita con el asentamiento humano Defensores de la Patria, así como terrenos y granjas agrícolas. Desde el 2018, gran parte del perímetro se encuentra delimitado con rejas de madera para evitar invasiones y daños en el ecosistema.

—Ecosistema en peligro—

En el 2015, una tesis a cargo de la bióloga de la Universidad San Marcos, Narda Fajardo, reveló que el agua de las lagunas ubicadas en los humedales está contaminada por bacterias coliformes y metales. El plomo es el elemento más peligroso que fue detectado. Gil indica que se requieren nuevos estudios para conocer la calidad ambiental en la zona.

Actualmente, Callao está trabajando junto a Fajardo en un proyecto que se pondrá en marcha en el 2021, el cual ayudará a eliminar los residuos. “El trabajo consiste en evaluar los microorganismos presentes en el agua. Luego, aislarlos y mejorarlos para volver a introducirlos en una matriz y ver cuál tiene potencial para la remoción de metales pesados”, explicó Fajardo.

La laguna El Mirador es el ecosistema que se encuentra más afectado por la contaminación y la falta de estudios. (Foto: Anthony Niño de Guzmán)
La laguna El Mirador es el ecosistema que se encuentra más afectado por la contaminación y la falta de estudios. (Foto: Anthony Niño de Guzmán)

En el sector de la laguna, a cargo de la comuna de Ventanilla, también se requieren mejoras. Milagros Alvarado, especialista ambiental del municipio de Ventanilla, informó que, además de nuevos estudios, se necesitan políticas de protección. “Hace una semanas volví a insistir con el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (adscrito al Ministerio de Agricultura) para que incluyan a la laguna en la lista de ecosistemas frágiles”, dijo.

—Desarrollo sostenible—

El junco es la planta típica de estos humedales. María Antonieta Sánchez forma parte del grupo de madres artesanas que usan esta especie para elaborar artesanías y generar ingresos para sus hogares. Ella vive a unos minutos del ACR, en el asentamiento humano Defensores del Morro y lleva ocho años haciendo bolsos, muñecos y sombreros.

María Antonieta Sánchez es parte de las mujeres elaboran artesanías con el junco que crece en la zona.
María Antonieta Sánchez es parte de las mujeres elaboran artesanías con el junco que crece en la zona.

En un área de cuatro hectáreas, ellas extraen el junco, lo seleccionan y separan por tamaños. Luego, esperan una semana en verano o unos meses en invierno para que pierda totalmente su tonalidad verde. “Entrar aquí ha sido una historia muy bonita para mí. Ahora tengo un taller en mi casa, me permite generar dinero extra y tener una mejor calidad de vida. Mis hijas y nietas también han aprendido a tejer”, dijo.

Desde este año, con el apoyo de la ACR, ellas cuentan con un taller ubicado en la entrada del humedal.



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