Fiesta Covid, el peligroso juego de moda en los jóvenes de Estados Unidos. (Imagen referencial:  Captura de video)
Fiesta Covid, el peligroso juego de moda en los jóvenes de Estados Unidos. (Imagen referencial: Captura de video)
Pedro Ortiz Bisso

Una de las consecuencias del nuevo coronavirus es la confirmación de que la estupidez humana no tiene límites.

A los idiotas que dicen estar enfermos y tosen adrede a otras personas para evitar arrestos o solo molestar, se suman los participantes de las llamadas ‘Fiestas COVID’, reuniones organizadas con el fin de apostar quién se contagia primero. En Texas, Estados Unidos, un hombre de 30 años dijo haber asistido a una de ellas. Se lo confesó a un enfermero del hospital Metodista de San Antonio antes de morir por el COVID-19.

En Alabama testimonios sobre reuniones similares obligaron a las autoridades de la universidad del estado a realizar advertencias a sus estudiantes, según The New York Times.

Mientras unos asisten a fiestas, otros acuden a conciertos sin usar mascarillas o respetar el distanciamiento social como ocurrió el último sábado en Niza, Francia. La presentación del DJ The Avener atrajo a miles de personas que se divirtieron como si la pandemia hubiera desaparecido.

Otros organizan concurridas reuniones privadas a cara descubierta y no tienen vergüenza en mostrarlas en sus redes sociales, como sucede en nuestro país.

“El virus sigue siendo el enemigo público número uno, pese a que las acciones de muchos gobiernos y personas no lo reflejan”, ha dicho Tedros Adhanom Ghebreyesu, el muy criticado director general de Organización Mundial de la Salud, quien, sin embargo, ha expresado una gran verdad.

Los desconfinamientos apresurados y los descuidos de la población –especialmente los jóvenes, como se ha reportado en Estados Unidos- están lanzando hacia el cielo las cifras de contagios.

Aprender a convivir con el virus no significa desafiarlo. El COVID-19 es una tragedia, no una fiesta.

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