Manuel Liendo Rázuri amenazó con una pistola a un conductor en San Isidro. (Foto: Difusión)
Manuel Liendo Rázuri amenazó con una pistola a un conductor en San Isidro. (Foto: Difusión)
Pedro Ortiz Bisso

El sucesor del mejor alcalde de Lima de la historia no se encontrará solamente con una ciudad en la que sus habitantes consideran a la inseguridad ciudadana como su principal problema (75,4%, según una investigación de Lima Cómo Vamos), por encima del transporte (51,3%) y la limpieza pública (27,1%). 

Se dará de cara con sujetos como , capaces de escupir, insultar y amenazar con su arma a quien intente reprenderlo tras cometer una infracción de tránsito y señalar, con la arrogancia de un señor feudal, que no se arrepiente de lo ocurrido.También con el dueño de una barbería en Zárate, quien tras sufrir el robo de sus instrumentos, se prestó dinero para comprar nuevos equipos y seguir adelante. No pasaron 15 días para que su establecimiento fuera desvalijado otra vez.

Deberá enfrentar a los choferes de mototaxis que manejan en contra del tránsito, como ocurre en la avenida Aviación, en La Victoria, ante la mirada vacía de peatones y conductores. El martes, uno de ellos se dirigió hasta el cruce con la avenida Grau, pese a llevar a cuatro colegiales en su vehículo. Allí no advirtió la presencia de un automóvil. Una cámara de seguridad registró el choque. Las imágenes son espantosas.

Se topará con señoronas para quienes parques como El Olivar de San Isidro son espacios con derechos de admisión, donde no se permite que husmeen extraños, más aun “si no son vecinos” o “no viven en el distrito”.

Tendrá que lidiar con funcionarios que, para intentar disfrazar su ineptitud, afirman que los puentes no se caen, sino se desploman y que los ‘by-pass’ mal construidos no tienen grietas, sino fisuras. Se encontrará, pues, con una ciudad dueña de todos y de nadie. Una urbe caótica y desigual, pintada de amarillo, repleta de instituciones hechas de papel mojado. Una Lima que lleva años gobernada por autoridades fantasmales, que solo se hacen visibles cuando necesitan cortar la cinta de alguna obrita pomposa o hacer invocaciones tan sentidas como vacías.

Lima adolece de falta de autoridad. Pese a su hostilidad, a lo difícil que es vivir en ella, es una ciudad desamparada, librada a los designios de quienes creen tener derechos sobre ella.Quien resulte elegido mañana debe tener claro que existe un vacío que, salvo Alberto Andrade, los últimos burgomaestres han sido incapaces de llenar.

¿Qué necesita el nuevo alcalde provincial? Señalar un norte que parta de una visión integral de ciudad y vaya más allá de su mandato. Que piense como estadista, no como eterno candidato.

Pedirle que solucione todos los problemas sería absurdo. Sí podemos exigirle que siente las bases para acabar con este archipiélago de desigualdades llamado Lima, pese a todo, nuestro querido hogar.

*Lea mañana en Lima a Angus Laurie
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